Quisiera no
cargar con culpas que no me corresponden, quisiera salvar al mundo y solucionar
la vida de las personas que amo, quisiera no ser tan imperfecta o tal vez
quisiera ser la misma y simplemente comprendida.
Quisiera
quedarme sola, escuchar mis pensamientos, hablar conmigo por el resto de mis
días, aislarme del tiempo y el espacio, hundirme en mis ilusiones sin olvidar
mis dolores, callarme, cantarme, no rendirme de alejarme, ser la única persona
en quien confío, darme cuenta y grabar por siempre en mi alma que no hay nada
ni nadie por fuera de mí.
Quisiera
fortalecerme lo suficiente para quererme sin condiciones, adueñarme tanto de mí
misma que terminara por hacer mi voluntad, por reír con mis sarcasmos y llorar
con mis historias inventadas.
Quisiera
un sol y una luna que jugaran conmigo en el balancín, un viento que desenredara
tanto mi cabello como mis tristezas, flores para el invierno, lluvia para el
verano, nieve para el otoño, crujir de hojas en primavera, “adioses” que solo
fueran “holas”, sentir el silencio rosando mi piel.
Quisiera
extender mis recuerdos por muchas próximas vidas, conocer mis orígenes,
comprender mi presente, asumir mi pasado, vivir hermosamente mi futuro,
escuchar la respiración de los árboles, dormir con tigres y leones, nadar con
los tiburones, felicitar entre otros a hormigas y abejas, entender el lenguaje
de las plantas, correr solo para acompañar al viento, nunca más para huir.
Quisiera
hablar con la muerte, preguntarle por la vida, ofrecerle un copa de vino y
brindar por su trabajo, pedirle número, dirección, y uno que otro favor,
saludos a un par de amigos, consejos para visitas oficiales, respuestas sobre ángeles
y demonios, lucidez en mis días, conexión con mi mundo interior.
Quisiera
solo ser yo… encontrar la completud en mi propio sabor, percibirme en mi olor…
cerrar los ojos y traspasar el límite de mi prisión.