¿Intentar volver a expresarme por escrito? Llevo años simplemente hablando sola y me ha resultado bastante productivo. Hablar sola o pensar en voz alta es una retroalimentación constante pero no queda registro. Tal vez ahora necesito un registro, una historia que pueda repasar y analizar luego. ¿Y qué historia voy a contar? Una nueva vieja historia, un reducto del pasado que en el algún momento fue sinónimo de locura y maldad. Ahora apareció ese fantasma ignorado que me generaba algo de curiosidad, pero jamás necesidad. Su ventaja: Ser alguien conocido para mí, dar en el blanco de mi acérrima tendencia a volver a lo habitual. Un montón de “sí” que me inventé: Su procedencia, su escucha, su persistencia… Su cuerpo, su talento, su potencial. “Sí’s” que rápidamente se transformaron en astronómicos “No’s”: Orgullo, imponencia e impaciencia… Agresividad, intolerancia y frustración. Sus mejores aptitudes convertidas en sus peores actitudes. Entonces pasar del disfrute y la esperanza a la incomodidad y el miedo, de las risas a los seños fruncidos, de la confianza a la lejanía, del amor a la decepción en todos los sentidos posibles. Y aquí estoy yo tratando de armar el rompecabezas en mi cabeza, evaluando las ganancias y las pérdidas, nuevamente confundida y extraviando un poco el control. Llena de interrogantes a pasado, presente y futuro, reiterando mis posturas de frialdad y cálculo, pero movilizada de alguna manera por un cierto tipo de cariño que aún no logro decifrar ni erradicar completamente. Es extraño que algo que evidentemente me debilita me haga sentir tan fortalecida, tan segura de mí misma y de lo que he construido con mi ayuda, en mi tiempo y en mi mundo. Esos “no” son infinitos, impenetrables e imperdonables, llevados al extremo de lo que podría ofenderme y apartarme absolutamente. Pero en medio de ellos y de mi huida he reencontrado mi esencia, mis pasiones olvidadas, mis miedos superados, mi historia elaborada, mi perfección anhelada. Todo tan lejano de su opacidad y su obnubilación, de su estancamiento y la oscuridad de su corazón. Sé lo que debo hacer pero está este latoso sentimiento, ese pequeño momento en el que la emoción le guiña el ojo a la razón. Permitiré un tanto la intervención de las circunstancias, dejaré fluir un poco sin realizar mucha presión, ¡pero después vengo yo! Esta es, por ahora… la pequeña historia que no podía dejar solo para conversaciones de pasillo conmigo misma, creo que la necesitaré ahora o luego, tiene cositas relevantes para mi ser…