domingo, 29 de septiembre de 2013

Caída del Fenix

Un gran sinsentido, un montón de nudos, un resto de inmundos recuerdos y un gran dolor por el futuro. Se me está perdiendo lo poco que me quedaba de amor propio, se me están diluyendo los instantes presentes y futuros entre la desilusión de las apuestas.

Indago por el pasado, por el presente y por el utópico y vacío futuro. No hay respuestas, aún menos preguntas o cuestionamientos concretos e ilusorios. Planeo nubes inexistentes y llamas inaflorables, me deshago, me desamparo, me desacierto, me desidolatro.

Ruego al cielo en el que nunca he creído, imploro al infierno del que jamás he salido. Me reto y me esfuerzo, la caída se hace lenta e imprescindible, un tanto tonta y otro poco justificada. El infierno se manifiesta como siempre lo suficientemente sexy para huirle.

Llorar, cantar, escribir o persistir se complican con las intenciones de existir y con las construcciones del morir. Entrar o salir se confunden en las puertas de los caminos recorridos y los espacios no siempre asumidos.

Me invade el espacio, el tiempo y la sensación de placer y dolor que generalmente se me confunden, me hipnotiza la belleza del infierno y la perfección del cielo, me atrae la tierra, la imperfección de la complejidad y las faltas tan frecuentemente recurrentes.

Me hallo entre la pérdida, me pierdo entre lo que considero hallazgos. Me diluyo en vientos, en aguas, en elementos normalmente inimaginables, me reconstruyo en los laberintos construidos por el destino y me concreto en los inhumanos deseos de la soledad y el caos.

Silencios, ruidos, contrariedades, desigualdades y un poco trascendentalidades… nacer, vivir, morir… un sinnúmero de adversidades. 

martes, 10 de septiembre de 2013

Sólo Septiembre

Tengo ganas de no sentir nada, de hecho creo que ya no siento nada, no puedo sentir dolor, ni amor, ni calor ni frío, ya ni siquiera siento el cansancio, ni el sueño, ni el hambre ni los resfriados. Se me está fusionando la vida con la insensibilidad del más allá.

Tuve un miedo que se convirtió en seguridad, y una seguridad que se convirtió en vacío, una necesidad aún no comprendida y una infinidad de veces descrita. Si antes estuve sola por dentro, ahora lo estoy en todas mis capas.

El anhelo se me deshizo en el pensamiento y me ahogó los sentimientos, el estallido me transformó en estrella y los siglos extinguieron mi existencia. Se me desgarró la piel, se hicieron trizas las mariposas, Pandora me trajo los males y se llevó la esperanza.

Mirar al fondo o al trasfondo es solo cerrar los ojos, consentir escalofríos es solo inventar castillos, hablar me cuesta aún más que meditar, caminar es flotar en laberintos, reír es prácticamente mi exilio, mi condena, un suicidio.

Recordar… un sacrificio, ni paz, ni alivio… un precipicio.