No te voy a
perdonar… no me voy a arrepentir… Púdrete con tus juicios, con tus
menosprecios. Te amé demasiado, casi al límite de enloquecer por tu ausencia cuando
era niña; fuiste todo para mí; fuiste lo único que acepté. Luego crecí. Antes
de conocerme, me subvaloraste; elaboraste una historia sobre mí que creíste cierta…
Siempre creíste saber demasiado, JAMÁS SUPISTE REALMENTE NADA MÍO, aunque aún
te lo sigas creyendo. Mi odio superó los límites, mi odio fue el reflejo de
nunca tener de ti lo que quise: RESPETO. Jamás pasó. Fuiste la peor decepción
que tuve, aunque para ti siempre estaré equivocada y no comprenderé jamás lo
buena madre que fuiste; morirás cubierta de inocencia, sin un milímetro de
culpa, porque de corazón se supone que nunca quisiste dañarme sino darme lo
mejor del mundo. Siempre serás una santa, víctima de mi revuelta; jamás
asimilarás que no me escuchaste; para ti el error siempre será mío. Entonces ora…
ora porque para ti nunca supe nada de nada… ora porque tú sí lograste ver la
verdad mía y del mundo, ora por mí, ora porque para ti nunca supe dónde pararme…
ora. Espero que haya alguien que entienda por qué me hiciste lo que me hiciste
y ore por ti.