“Viento
fuerte del mar, deja deja ya de soplar, déjame respirar solo por un momento…”
(Vicentico)
Pantanito
tan insistente, ya es hora de que me sueltes… “voy a salir de cualquier modo”...
Tengo que tomar un rumbo diferente una vez más, volver a descansar, estoy nueva
y definitivamente agotada. Estos y los otros, gentecita tan inoportunamente
dañina… Y yo, yo como normalmente, cayendo.
La
rememoración me está carcomiendo, ¿qué maldita manía de recordar?, la memoria
es una lápida viviente, ¡qué fastidio! Elaborar y elaborar, reinventar mundos
que ya no existieron y jamás existirán, imaginar pasados y futuros forzados que
están más allá de cualquier realidad y más acá de todo tormento.
Y mis sueños
persistentemente seductores, perennemente asustadores. Correr, esconderme,
perder… Luchar, entrenarme, ganar. Eternamente abismos, calles y ferrocarriles
mortales… monstruos, asesinos, batallas… miedo, oscuridad, incertidumbre…
muerte y resurrección… viajes entre universos… extrañeza… poder.
¿Qué es lo
que quiero? ¿En verdad quiero algo? ¿En verdad quiero a alguien? Y si quiero a
alguien o a algo… ¿cómo es que lo quiero? ¿Qué hay dentro de mí? ¿En qué plano
está mi auténtico existir? ¿Existe el destino? Y si existe… ¿Cuál es el mío?
“¿Cuál es aquel camino que tengo que tomar?”.
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