Jamás habrá
nadie, jamás, jamás. Todo aquel que se me atraviesa está condenado a desaparecer
con el amanecer, la permanencia se evaporó con los días y con las llamas del
dolor y de las lágrimas frías.
Estoy sola y
nadie se me acerca ni se me acercará, por ellos y por mí, porque ellos no me
quieren, porque yo no los quiero, porque nadie quiere, porque yo ya no quiero.
Lamentable es ver
como el tiempo se diluye en medio de las breves fantasías, satisfactorio mantener
el disfrute por los espectros del pasado fusionados con las apariciones del
futuro.
El cielo ya lo
tuve, la completud ya la conocí. Ya viví. Lo actual no existe, lo actual son
míseras esperanzas evidentemente vacías.
Hoy no tengo
nada más que esto que soy y que vivo, nisiquiera tengo dolor, no tengo nada
aparte de mí y de mi soledad… yo y mi paupérrima existencia.
A veces las cicatrices
me lastiman, a veces, muchas veces… sin embargo, así vivo tranquila, con mis
recuerdos, con mi soledad, así, tal cual.
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