Ya
son 37 vueltas al sol, llenas de cosas, cosas mezcladas: muchas risas y muchas
tristezas, y por supuesto, dudas todo el tiempo. No sé en qué momento pasaron
tantos años, yo me siento aún como de 20, aunque últimamente sí me he percibido
más ubicada en la vida, más sobria, más neutra, digamos que es probable que
haya experimentado un cierto grado de madurez. Los dos últimos años han sido
decisivos, he tenido la oportunidad de ver el mundo con mis propios ojos y no a
través de los ojos de otros (que por lo general siempre fueron los de mi pareja
del momento), me he centrado definitivamente en mí y en las cosas que me
afectan directamente: yo, mis padres, mis gatos y mis pertenencias personales,
nada más, nadie más, ningún intruso que pudiese opinar sobre mi presente,
pasado o futuro, nadie que pudiese decirme algo con respecto a una actividad
particular, una comida, una bebida, un programa de televisión, una persona o un
tema social o político; creo que de cierta manera yo lo llamaría libertad, no
es una libertad total porque el exterior siempre va a tener límites, pero sí se
siente una considerable paz interior, una especie de descubrimiento propio
asociado precisamente con la evolución personal, un placer enmarcado en la
soledad, un cariño al ‘sí mismo’ que no conocía, una distancia emocional
prudente y sana con ‘amigos’ y conocidos. No siento afanes, ni muchas
ansiedades, el transfondo caótico de mi vida cada vez va desapareciendo más y
más, no hay un peso largo y ancho que esté arrastrando en este momento, no en
mi interior, no para conmigo misma. Hoy quiero felicitarme porque creo que esta
vez no se trata simplemente de un cumpleaños más, es el año de la consolidación
de mi futuro, el año en el que arranqué oficialmente mi segunda carrera
universitaria (Filosofía), el año en el que reafirmé mi decisión de estar sola;
tengo claros mis objetivos: estudiar, aprender, socializar (especialmente
conmigo misma), crecer en todos mis aspectos, conservar mi buena salud,
disfrutar de los pequeños detalles de la vida sin mayores ambiciones, vivir el
día a día en paz conmigo y con quienes me rodeen y esperar tranquilita la hora
de mi muerte. Así que: Corazoncito mío, amor de mi vida por siempre: ¡¡¡Feliz
Feliz Feliz Cumpleaños!!! Besitos.
viernes, 12 de noviembre de 2021
Feliz Cumpleaños 2021
domingo, 19 de septiembre de 2021
Encontrando la calma
Cada vez me desconozco más en las excentricidades,
sobre todo en las pasadas, que son excentricidades extremas. Cada vez me
sorprendo más con mi historia… a veces pareciera tan lejana a mí, a veces siento
como si no se tratara de mi propia historia, la estoy reprochando y rechazando,
ignorando. Tengo la idea general de que todo lo que he vivido me formó para ser
lo que soy ahora y está bien, pero cuando lo miro en detalle, llegan recuerdos
desconcertantes, desdeñables, me incomodan muchísimas de mis propias acciones,
me insatisfacen. Cada vez quiero menos hacer algo extremo y cada vez me
arrepiento con más fuerza de hacer algo fuera de lo cotidiano. Ya no soporto
los excesos, ya no quiero exageraciones, me producen un cierto tipo de asco y
hastío, solo encuentro tranquilizante y satisfactorio lo neutro, lo lineal, lo
rutinario, solo a eso me acomodo, solo eso me mantiene en calma y de alguna
manera feliz. Las emociones o acciones extremas me están provocando náuseas y
mareos, no quiero nada ni nadie que me saque de mi habitad silencioso y pasivo,
quiero paz. Quiero una vida lenta y desapercibida, por fin quedarme quieta como
un árbol gigante que siempre está en su lugar, disfruta del viento y baila a su
ritmo, pero nunca abandona su lugar, nunca se angustia ni cede ante nada, solo
permanece.
Pensando en mis evoluciones, mínimos detalles que
pasan inadvertidos van llegando a mi consciente con el tiempo: mi extraño
cambio de gusto por los colores, antes tan rojo y negro, luego tan violeta, y
ahora tan aguamarina. Podría dejarme llevar por los significados comunes y no
sería para nada desacertado: primero, pasión y violencia; luego, misterio y
poder; y ahora, estabilidad y serenidad. Otro punto que ha llamado mi atención
es que antes solía cambiar constantemente las fotografías de fondo de mi
computador y móvil, las cambiaba según mis emociones del momento, lo que quería
observar o sentir; he notado que hace tiempo, por lo menos un año, no las toco
para nada, siguen pareciéndome vigentes, ahí quietas, sobrias, sin indicar nada
diferente de lo que ya indicaban, relajadas. Tal vez pueda incluir además el
asunto de haber abandonado totalmente el uso de maquillaje y el uso de
accesorios excesivos; es como si cada vez cargara menos peso exterior y quizá
interior, es como si me sintiera más liviana, pero al tiempo más afincada en mi
lugar, más inamovible, más fuerte y grandiosa.
Ando muy conectada con la música fuerte pero melódica,
siento que nutre mi relajación y mi fuerza como si contrajera mis átomos para
estar más compacta pero al mismo tiempo me hiciera más volátil y liviana, me
gusta mucho la sensación. Haberme cortado el cabello me liberó de un montón de
malas energías, no me importa cómo quedó pero amo la libertad que me da, además
se puso más bonito. Estudiar filosofía es un cuento bastante interesante, me
gusta cultivar mi inteligencia, ejercitarla, practicarla; es maravilloso darme
cuenta que el momento era ahora, que no pudo haber llegado el espacio para una
reflexión profunda en medio de mi antiguo caos, todo se acomodó mágicamente, me
siento en el lugar y el momento correcto. Vitalizo también mi cerebro y el
resto de mi cuerpo con buena alimentación y suplementos, tengo que sopesar de
alguna manera el alcohol y el cigarrillo, aunque es estupendo que haya
abandonado sin drama el consumo de cualquier sustancia psicoactiva, ver mi cara
bonita también me satisface bastante.
Y así van pasando los días, mientras extraño
profundamente a esa persona especial, un recuerdo para siempre en el vacío:
tranquilo, lejano y silencioso, que un día cualquiera desaparecerá; mi vida
solitaria y perfecta andará bastante bien. Sólo debo asegurarme de alejar de mí
a esas personas que en algún momento me interesaron, las únicas que quizá
pudiesen desestabilizarme de alguna manera; el pasado podría tornarse nocivo, la
novedad ni me asusta ni me interesa. Todo está bien, muy bien…
martes, 22 de junio de 2021
Avanzando en mí
En
algunos días de sobriedad y soledad me he permitido conversar bastante conmigo
misma. Descubrir puntos clave sobre mi estructura y mi evolución es
complaciente, interesante, a veces incluso, sorprendente; se presenta como un
productivo psicoanálisis.
De
las primeras ideas que vinieron a mi cabeza últimamente, está el hecho de mis
impases o fracasos. Observando en retrospectiva es claro que todo lo “malo” que
me ha ocurrido, ha sido provocado por mí, es decir, jamás me ha pasado nada
furtivo, ningún accidente, caída o molestia natural, cada una de mis heridas,
dolores y consecuencias físicas, nacieron de mi propio descuido o
autoflagelación, la vida me ha cuidado más de la cuenta, y parece que la única
cosa nociva para mí he sido yo misma, no ha habido nada externo que me haya
dañado jamás, si no hubiese sido por mí, tendría una salud totalmente estable.
Este es un punto bastante lamentable, pero que afortunadamente ya logré ver por
fin.
Otro
asunto que ha llamado mi atención es mi capacidad para perder el foco de alguna
actividad, como por ejemplo asistir a un concierto y no disfrutar siquiera las
bandas por disfrutar otros tipos de diversión en ese contexto. Este aspecto
puede verse más comúnmente en la sociedad, con la frase: “Iba a hacer tal cosa,
pero terminé haciendo tal otra”. Sin embargo, es algo que me cuestiona y me
incomoda, porque en mi línea de perfeccionismo, eso no debería ser así, cada
objetivo debería ser cumplido conforme a sus exigencias, sin desvíos, sin
excusas, sin aplazamientos, es algo para seguir trabajando.
Beber,
drogarse, mantener alguna adicción, siempre ha sido la consecuencia de algo que
no se acepta o una manera huir de algo o de alguien. Y mi pregunta es: ¿De qué
o de quién huyo? Esa cuestión hasta este mismo instante la sigo analizando.
Hace unos días pensaba: Cuando bebo soy extrovertida, sociable, llamativa;
cuando estoy sobria soy callada, ensimismada y prácticamente asocial; entonces
supuse que no aceptaba mi introversión y por eso bebía. Hoy ya no lo veo tan
claro. Se trata de dos personalidades que se rechazan absolutamente y se
avergüenzan la una de la otra, no puedo decir cuál soy yo realmente; de un lado
quiero reír, conversar y estar rodeada de gente y escándalo; de otro, quiero
pensar, analizar en silencio, que nadie me hable, me escriba o se me acerque de
alguna manera. Frente a la pregunta planteada: ¿De qué o de quién huyo?, es
evidente que huyo de mí misma, pero ¿De cuál de estos dos lados es que huyo, y
cuál soy yo realmente? Aquí sí hay un meollo delicado que necesitará tiempo de
análisis.
Ya
con respecto a asuntos más tangibles, puedo hablar de mi autocontrol. Siento
que es algo en lo que he avanzado satisfactoriamente, parece que mi piloto
automático ya obedece con mayor rigor a las decisiones que he tomado conscientemente:
menos alcohol, cero drogas, cero sexo, y cero noviazgos improvisados en medio
de la loquera, personas en mi casa, preferiblemente ninguna; esas han sido mis
decisiones y las he mantenido en mis estados de ebriedad; me voy sintiendo cada
vez más orgullosa de mi coherencia. Eso me lleva a pensar entonces, que quien
soy realmente, es la chica introvertida y solitaria, a tener en cuenta.
Cuando
era joven se notaba nítidamente que mi personalidad se encaminaba a lo extremo,
a llevar todo hasta las consecuencias penúltimas antes de la caída, a tocar el
borde, a equilibrarme en el filo de la navaja; hoy en día ya no me siento así,
me siento más asocial, más obsesiva dentro de lo simple, con mayor desidia por
la emoción. ¿Se trataba entonces sólo ímpetus adolescentes? No lo sé. Dentro de
mí todavía hay algo sin límites, algo del orden sociópata e incluso psicópata,
pensamientos oscuros, anhelos sangrientos; pero mi mente lo controla cada vez
mejor, no me siento con ganas de ser una asesina sin hogar, en peligro y sin
futuro, quiero vivir tranquila. No soy lo que creí que era, y a medida que pasa
el tiempo me cuesta más trabajo comprender lo que soy, menuda diligencia.
En
este momento sólo puedo decir que estar sin pareja ha sido una de las mejores
cosas que me ha pasado en la vida, algo absolutamente nuevo y tranquilo para
mí, algo que no abandonaré fácilmente. Por fin siento que me amo, que me empiezo
a conocer, a reconocer, a aceptar y a perfeccionar, este tiempo es invaluable.
Esto es sólo el principio, pero es un gran principio.
Me
quedan por ahora dos cuestiones pendientes: 1. Si estoy bebiendo frecuentemente
desde los 13 años, ¿Significa que la mayoría del tiempo he sido solo un
disfraz? 2. ¿Cómo estará tomando mi inconsciente el hecho de no tener sexo,
habrá consecuencias negativas?
jueves, 20 de mayo de 2021
Demasiado racional
Lo que ha resultado de mí durante este último año ha sido extraño, una persona que jamás creí que existiera, una persona demasiado solitaria, alejada del sexo, incapaz de amar algo más allá de sí misma, una persona absolutamente diferente a lo que fui por 35 años. No siento odio, no siento amor, no siento mucho que digamos; adoro a mis gatos y son lo primero en mi lista de responsabilidades, me preocupo por mis padres y cumplo con los favores regulares, me gusta estar en la Universidad y me divierto con la mayoría de las clases, pero no puedo sentir nada fuerte, es como si algo en mí se hubiese apagado, se hubiese ido, tal vez no muerto (porque no quiero exagerar) pero presente no está. Esa emocionalidad a flor de piel que atravesaba mi vida, esas ganas de volar, de brincar, de estallar, de romper el mundo, ese deseo de amar, de encontrar a alguien “especial”, de fusionarme en uno… eso no está, y lo más inverosímil, lo más raro, lo que no comprendo, es que no solamente no añoro sentirme así, sino que lo rechazo, lo desprecio, me produce asco, huyo, lo evito, me desaparezco.
Tengo la libertad para hacer lo que quiera con mi vida (mientras tenga salud), tengo la tranquilidad de tomar mis propias decisiones sin intromisión de terceros (mientras tenga conciencia), tengo la capacidad de iniciar cualquier empresa (mientras tenga razón o algo de emoción), todo eso es mi todo.
Mi vida es como un libro impecablemente escrito, lleno de pasajes violentos y sangrientos, con un nudo atravesado por impulsos vs. juicio y con un desenlace sobrio y sin mayor agitación, como un tsunami que al final solo deja escombros por recoger, sin mucho afán y sin ya preocupación alguna. Me incomoda que me incomoden, me incomoda incomodar, sólo quiero mirar cómo cae la lluvia sin salir a mojarme, sólo quiero ver cómo se cae el mundo en la comodidad de mi silencio, sólo esperar y no hacer absolutamente nada, sólo respirar mientras dejo de hacerlo.
Pero vuelve lo extraño, y es que cuestiono mi absoluta indiferencia, me pregunto por ella, me indago qué hay ahora dentro de mí que no parece haber nada… ¿Por qué ya no siento nada? ¿Eso es normal? ¿Ahora soy un fenómeno? ¿Qué pasó con mi yo emocional? ¿Por qué ya no siento deseo? ¿Por qué ya no quiero querer a nadie ni que nadie me quiera? ¿Por qué tan solo pensar en algo agitado me provoca náuseas? ¿Por qué sólo soporto lo seguro, lineal y pasivo? ¿Por qué ahora solo soy un ser racional?
domingo, 24 de enero de 2021
Por ahora
Un año, un año y quizá aún no puedo decir mucho, sólo que
por fin sé un poco de quién quizá sea yo realmente, de qué quizá quiera yo
realmente. Las palabras no fluyen con facilidad, no es tiempo para poner fuera
lo que apenas construyo dentro, pero sí es tiempo para decir que “lo construyo”,
debo conmemorar de alguna manera un año de tranquilidad y amor propio; el
asunto con la bebida ha sido cercano pero cada cosa tiene un espacio en el
ciclo, y me imagino que esa cosa era necesaria para explorar mi capacidad para
estar sola y asumir una vida completa, sin ayuda de nadie. Mi salud estable, la
publicación de una novela, pasar a la Universidad, amoblar mi propia casa,
hacer mis diligencias, socializar a mi modo, acercarme más a mis mininos y
amarme tanto, son para mí triunfos invaluables en esta experiencia de vida.
Puedo decir simplemente que hoy me siento orgullosa de quién soy y de lo que
voy conociendo de mí, y aunque se gastó bastante dinero, lo importante no se
mide en pesos ni en centavos, se mide en aprendizaje y en espíritu. Llegará un
momento en el que pueda escribir mucho más, y por supuesto, ser mucho más, por
ahora creo que de alguna manera lo que he logrado es más que suficiente… POR
AHORA….