domingo, 1 de julio de 2012

Milésima parte

Acabo de verlo… acabo de hablarle… es lo que deseaba hace tiempo: enfrentarlo, saber qué me producía mirarlo a los ojos. Es un ser supremamente extraño… efímero, intangible e incomprensible. Dice que yo hice eso. Me alegra saber que lo marqué, me duele saber que lo dañé. Me pesa un poco su dolor, nooo, me pesa mucho; su dolor y su historia son los karmas que cargo.

Él casi me mata, literalmente; pero yo… yo lo maté mentalmente, maté todo lo que tenía dentro, yo acabé con él, con sus sentimientos, con su fututo. Mis golpes pasaron, los morados desaparecieron, pero sus marcas… su locura… la conciencia me pesa. Creo que el daño mental que le hice supera los maltratos físicos que me otorgó.

Mi eterna huella, mis mejores días, mis peores horas, el infierno fusionado con el cielo, la totalidad, el vacío, el todo, la nada, la felicidad, el odio, el dolor, las emociones viscerales que me hicieron sentir tan supremamente viva para sentirme en el más allá.

Fernando, que dios te bendiga, si existe, y ya que crees en él. Te voy a recordar siempre, voy a extrañar por el resto de mis días lo hermoso que viví contigo, tus sonrisas, tu anhelo por mí, tus elogios incondicionales, tu idea de mi perfección, tu entrega, tu amorosa y enferma obsesión. Nadie me amó así, nadie me amará así, y a nadie, nunca, jamás en esta vida amaré así.

Me pregunto, si dios existe, por qué nos hizo esto, por qué dejó que nos hiciéramos esto… Por qué? Por qué?...

Fernando hasta la muerte… y más allá…

Te amo… siempre te amaré.

Dios, universo, destino, o lo que sea… ¿por qué me hiciste esto? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario