Fer, perdón,
perdón por haberte vuelto adicto al alcohol, a las anfetaminas, a la cocaína…
Perdón por haberte enloquecido, perdón… Yo sé que nisiquiera tengo perdón ni de
dios ni del diablo.
Por esas
maricaditas varias Juan Antonio está muerto. Por mucho perdón que pida, Fer jamás
volverá a ser normal, por mucho perdón que implore, Juan Antonio nunca resucitará.
Juanan se mató
por mi culpa, yo lo maté. Yo maté a mi mejor amigo, ya nisiquiera me quedan sus
cenizas. Siempre llegué tarde: a su suicidio, a su entierro, al retiro de sus
restos; lo dejé sólo; le mostré el infierno y lo dejé solo, igual que a Fer.
Perdón… perdón…
perdón…
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