Sí, logré reírme mucho,
un montón, cantar, saltar en los charcos bajo la lluvia, correr mientras el
viento se sentía fuertemente en el rostro. Logré inventar historias que dejo
para el recuerdo, logré escuchar otro montón de eventos que traté de acompañar.
Fui muy feliz, muchísimo, poco tiempo, pero valió la pena, absolutamente la
pena. En general lo que hice fue aprender a los tumbos, equivocándome y
exponiendo mi vida en los peligros de la calle casi todos los días, de ahí
quedaron duras experiencias pero también un sinnúmero de conocidos y de novedades
que fortalecieron mi existencia. ¿Arrepentirme? No lo creo, hubiese preferido
no pasar por algunos momentos, pero igual, salí ilesa, y no sería lo que soy
sin eso, así que sin arrepentimientos. ¿Omitir personas? No estoy segura, hace
poco me vi empujada a llegar hasta ese punto, sin embargo, sin algunos seres no
tendría la postura realista que ahora me acompaña, afortunadamente. Los
desgraciados y desgraciadas que me dañaron, pues vivan, vivan como lo hago yo,
aunque espero que pagando todo, como posiblemente yo pago los daños que
ocasioné. Mientras tanto, también me queda sonreír por las partes geniales, por
los amigos, por los abrazos, los conciertos, las locuras, las borracheras, las
alegrías colectivas, esos momentos que fueron el alimento para levantarse cada
mañana, la calle, las risas, las ocurrencias, las tonterías adolescentes. Traté
de ser lo menos mala posible, sufrí pero también aporté, dejo mi legado, y
retomo lo que es dado para mí. Viví bien.
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