jueves, 25 de junio de 2020

Escribir


Escribir, escribir es lo que me llena y lo que me queda, mi pasión. Escribir y escribirme, escribir e intentar reescribirme . Esta soy yo, escribiendo y creando, sin miedo, con amor y odio, en el otro mundo y en este, en lo que toque y en lo que me toca, en la extrañeza que habito y vivo. Yo, aquí, ahora, intentando averiguar “qué es ser yo”.

Perpetua incoherencia


Maldita triada de hija única, envuelta siempre entre el amor y el odio, entre el gusto por la soledad y el ansia por la compañía, entre la necesidad de vida y el deseo por la muerte, entre la paz y la violencia, entre el cuidado y la locura, entre la venganza y el perdón; siempre con la duda de lo que debo hacer y la certeza del saber qué hacer, siempre esperando un “otro yo” que me controle, siempre esperando un “otro yo” que se desboque conmigo; ilusionada y decepcionada. Ya no sé si tengo amigos o enemigos, no sé si la gente me odia o me aprecia, no sé si debo confiar o protegerme. Busco simplemente emociones, adrenalina, un mundo sin límites, un mundo de película donde yo soy la protagonista, y la protagonista siempre gana. Y es que en esa tríada maldita me enseñaron que nada podría aplastarme. Fui víctima y soy victimaria, soy altruista por egocentrismo y egocéntrica por excesos y carencias. Duda y seguridad, niña loca que lo tiene todo y no tiene nada, niña loca de la cual no se sabe nada pero se sabe todo, niña loca sin freno pero con lógica; siempre extrañamente orgullosa, pero siempre extrañamente triste… Niña loca…

Doble Vida


Es como si tuviera dos vidas, en una soy la intelectual espiritual, con el deseo permanente de aprender cada día más y con metas claras sobre el futuro desde todos los aspectos, tratando de ayudar a los demás seres de la naturaleza; en la otra soy la loca alcohólica que tiene claro que la vida es corta y que lo único que queda es disfrutar al máximo. Sólo el dormir conecta a la una con la otra, y sólo el dormir las separa. Siempre estoy queriendo quedarme en ambas cada vez que estoy en alguna, siempre sobria e intelectual o siempre mala, borracha y drogada. Tengo lo más hermoso del mundo que son mis bebés gatunos, los únicos que me alegran la vida sin importar lo que hagan, mientras no estén intentando estar lejos de casa. Mis padres, uno violento que marcó mi vida enseñándome a ser extrema y fuerte con la sociedad, la otra, una hipócrita católica que quiere cobrarme antiéticamente cada cosa que hizo por mí. Los hombres mi mayor obsesión y mi mayor decepción, el lugar donde siempre busqué la estabilidad y el amor, y el lugar dónde sólo encontré traición y dolor. Yo en medio de todo, tratando de sobrevivir y tratando de morir. Paradojas del mundo, la realidad del sentido y el sin sentido; de un lado, siempre saber qué hacer y tenerlo todo milimétricamente bajo control, perfecto; del otro, nunca saber qué hacer, perdición perpetua en la desesperación y la duda. Yo presente, ahogada en el pasado y ávida de futuro. Yo todo un libro abierto y al mismo tiempo todo un enigma. Yo simplemente viviendo el aquí y el ahora porque eso es lo que hay.

miércoles, 10 de junio de 2020

Antigua hipocresía


Te escribo con lágrimas en los ojos, intentando comprender definitivamente que ya no estamos juntos, te escribo llorando pero también feliz porque sé que esto es lo que realmente quieres y que así estarás mejor y más tranquilo. Durante el tiempo que estuvimos juntos aprendí una nueva forma de amar, un amor más comprometido, con mayores acciones, con la capacidad de estar siempre para lo que fuera.

Contigo fui la mujer más feliz del mundo, me sentí en miles de momentos la más querida, la más amada, la más respetada, la más anhelada; esos momentos fueron perfectos y no los cambiaría por nada del mundo. En instantes de desesperación he dicho que me arrepiento de haberte conocido, pero eso no es verdad, sino te hubiera conocido y amado, nunca hubiera comprendido de qué se trata realmente la vida en pareja, el compromiso.

En algún momento ambos nos desviamos del camino, comprendo que desde lo racional preferiste detener toda esta locura para evitar mayores daños, yo sin embargo nunca dejé de tener la fortaleza para continuar, lastimosamente esa fortaleza no alcanza para los dos, tu decisión es inquebrantable, aunque a mí se me quebrante el corazón. Por ti hubiera hecho lo que fuera necesario, habría dado a mi vida una vuelta para siempre, pero entiendo que ya es tarde, que no crees.

Quiero pedirte perdón por el daño que pude haber llegado a ocasionarte, y te perdono por las cosas feas que llegaste a hacerme. No concibo la vida sin ti, mi amor, pero tendré que acostumbrarme, aunque minuto a minutos desgarre mi alma, aunque rueden litros de lágrimas por mi rostro, aunque extrañe tu piel y tus caricias, aunque que te ame con todas las fuerzas de mi corazón. A ti jamás te haría daño, mi vida, por ti siempre apostaría, hasta el fin.

Lo que construímos como pareja, quiero que me ayudes a conservarlo, los gatos, tu aprendizaje, la honestidad, la claridad, el esfuerzo, ayúdame a conservarlo porque sólo por eso valió la pena. Siempre estarás en mi corazón y tienes las puertas de mi casa y de mi vida siempre abiertas para ti, no me olvides. Yo espero contar contigo y con los acuerdos que siento son absolutamente justos. No quiero incomodarte más, tampoco quiero más tu rechazo ni tus gritos, tengo que irme, amándote, amándote con toda, tengo que irme porque sé que eso es lo que quieres, este es tu espacio y el de los gatos, disfrútenlo, sé feliz, sé libre, sólo quiero tu felicidad. Cuenta conmigo siempre, mi vida, tú eres EL AMOR, el único amor que realmente imaginé para siempre, con una boda, con Victoria. Victoria siempre será nuestra aunque nunca llegue a existir, nunca uses ese nombre cuando te cases y tengas hijos, por favor.

Me voy mi amor, llorando pero mirando al frente, orgullosa de que aunque me equivoqué mil veces, también di lo mejor de mí como persona, como mujer. No quiero conocer a nadie que te saque de mi pensamiento y de mi corazón, ojalá eso nunca pase, y recuerda, que aunque muchas veces me sentí decepcionada porque no me deseabas, siempre te dije que eras el hombre más sexy y más macho con el que me había acostado, tal vez por eso te exigía demasiado, me equivoqué.

Se feliz mi vida, sé feliz siempre.
Te ama, tu VictoriOsa.

lunes, 1 de junio de 2020

Aquella nostalgia


A veces me siento un poco confundida, perdida, en una especie de zona límbica que aún no comprendo bien: tratando de elaborar un duelo, buscando mi propio espacio mental y asumiendo una nueva relación. He hablado de esto con “la novedad”, se lo he manifestado, le he explicado lo difícil que es empezar algo sin haber terminado lo anterior, sin haber tenido tiempo para visualizar aciertos y errores, para hacer balances, para introyectar los análisis propios y proyectarse mejor como persona y como pareja. Quise haber tenido ese tiempo de reflexión sin que nadie apareciera, pero no fue así, ese tiempo lo estaba cultivando, y a pesar de mi sensación de vacío y soledad, prácticamente, lo estaba disfrutando; estaba contenta por poder retomar espacios personales, por conocer nuevas amistades, por visitar nuevos lugares; en ese momento no quería nada más que estar conmigo misma, no quería nada más que reconocerme y quererme. Encontrarme con alguien nuevo fue parte de las circunstancias temporales, de los ires y venires de mi propia identidad, compartir con “ese” de entrada, no fue más que un momento de distracción, un inocente saludo sin pretensiones de nada, una apuesta que siempre hago exclusivamente para perder, para poder escapar; ganar me ha causado angustia, ganar es raro, además, ganar me carga con una vida que no sé si estoy preparada para asumir, ganar es perder un poco, quizá perderlo todo, ganar “un otro” es perderme. Sin embargo, todo esto no pasó sólo porque “ese” o el destino lo provocaran, también pasó por mí, no soy una víctima, soy absolutamente responsable de mi propia dulzura y seducción, de mi propia esperanza y acción. Luego todo esto nos atropelló, sin premeditar, sin avisar, sin masticar; de un momento a otro alguien entró en el espacio que estaba despejando para mí sola, en el salón que intentaba asear de los vestigios de mi ex - lindo para mudarme conmigo misma, de un momento a otro “ese” ya estaba ahí con todo su equipaje, mientras yo no podía estar nada más que absolutamente anonadada, quizá contenta y esperanzada, pero en resumidas cuentas: confundida. Y así me he sentido todo este tiempo, confundida y culpable, sobre todo cuando mi ex – lindo apareció adolorido y arrepentido, suplicando que regresara a su lado, me sentí injusta e irresponsable por haber dejado que un nuevo sentimiento se gestara en mi corazón abrigando aún anhelos por el pasado. Pese a las circunstancias, he tratado de analizar con cabeza fría y he concluido que nada de lo que pasó fue forzado, nada fue buscado ni elegido por venganza ni despecho, lo que pasó fue dulce y honesto, llegó y se quedó, y llegó con comprensión, con buenos tratos, con comunicación y confianza, llegó y aunque aún no he logrado erradicar la culpa y la confusión de mi conciencia por completo, tampoco he encontrado un argumento sólido para haber evitado que ocurriera, para haber huido, para no haberme dado la oportunidad de permitir que entrara a mi vida lo desconocido pero apetecido. Lo que tengo ahora es armónico, tiene futuro melódico, lo que tuve antes ya estaba demasiado desafinado e incluso convertido en un remix desadaptado. Me faltan muchas cosas por elaborar, no estoy segura de nada totalmente, extraño las cosas buenas que alguna vez tuve al lado del bello que había elegido inequívocamente para mi vida, pero igualmente valoro demasiado las cosas simples y delicadas que me rodean actualmente. Extraño lo que tuve pero no me imagino al lado de esa persona, no tengo opciones con mi hermoso, la única posibilidad sería quedarme sola. ¿Y quedarme sola huyéndole a lo bello que quiere rodearme y que de una u otra manera ya me pertenece?