Maldita triada de hija única, envuelta siempre entre el
amor y el odio, entre el gusto por la soledad y el ansia por la compañía, entre
la necesidad de vida y el deseo por la muerte, entre la paz y la violencia,
entre el cuidado y la locura, entre la venganza y el perdón; siempre con la
duda de lo que debo hacer y la certeza del saber qué hacer, siempre esperando
un “otro yo” que me controle, siempre esperando un “otro yo” que se desboque
conmigo; ilusionada y decepcionada. Ya no sé si tengo amigos o enemigos, no sé
si la gente me odia o me aprecia, no sé si debo confiar o protegerme. Busco
simplemente emociones, adrenalina, un mundo sin límites, un mundo de película
donde yo soy la protagonista, y la protagonista siempre gana. Y es que en esa
tríada maldita me enseñaron que nada podría aplastarme. Fui víctima y soy
victimaria, soy altruista por egocentrismo y egocéntrica por excesos y
carencias. Duda y seguridad, niña loca que lo tiene todo y no tiene nada, niña
loca de la cual no se sabe nada pero se sabe todo, niña loca sin freno pero con
lógica; siempre extrañamente orgullosa, pero siempre extrañamente triste… Niña
loca…
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