Hoy tengo un nuevo secreto... que en realidad no es tan secreto... y de hecho no me interesa que sea secreto. Tengo novio, se llama Juan Fernando... y me encantaba desde que era un niño, me parecía tan lindo, pero tan menor y tan inalcanzable, yo tenía un gran historial, no muy positivo... y el historial no era nada al lado de mis actos... siempre sin límites, siempre tan “reprochables”.
Lo veía y disfrutaba poder hacerlo, de vez en mes disfruté poder cruzar dos palabras con él, básicas, simples puentes entre las grandes informaciones del momento, del lugar.
Un día reapareció en medio de mi mundo universitario, me pregunté ocasionalmente si se acordaría de mí... me lo pregunté fuertemente cuando me lo encontré frente a frente... creo que él también... al fin supongo que supimos quiénes éramos y nos arriesgamos a sonreír... cedimos, nos arriesgamos a saludar. Ahora era clara nuestra identidad, un saludo esporádico, solidaridad universitaria, nada trascendente, un sujeto más en mi lista de conocidos... de reconocidos. Pero seguía estando tan lindo, tan lindo como cuando era solo un niño... y ya no lo era tanto.
A veces me sorprendía verlo, era algo feliz, ocasional, deseaba ser más cercana a su vida, más parcera... pero nunca lo fuimos del todo, todo era muy lejano, cordial pero lejano... así fue por siempre... así sería por siempre.
Y fue transcurriendo el tiempo... pudimos hallarnos como un día cualquiera. En medio de mis afanes un espacio de su parte detuvo mi marcha, la cotidianidad cambió y pude cruzar de nuevo dos palabras con él, me alegré... las palabras se multiplicaron, el momento se mostró amplio... tranquilo, mi afán imaginario se fue al carajo. Ofrecí el café mágico de la empatía y aceptó gustoso... el tiempo se nos escapó en medio de sorbos, recuerdos y risas... el tiempo nos hizo falta.
Mi visión de orden emocional se derrumbó, mi noche transcurrió entre el asombro y la felicidad, entre la duda y la esperanza, nadie me importaba, solo esa tarde, solo volverlo a ver.
Cedí ante mi ansiedad, encontré una voz asequible. Tan lindo, tan inteligente, tan interesante, tan parecido a mí, tan distinto a mí, tan distinto a lo que yo sabía de él, tan atrayente. De nuevo la tarde se nos escapaba, y mi deseo de besarlo sí que se me escapaba... y se me escapaba, y se me escapó... pero él lo atrapó... en medio de sus dulces labios.
Y se me seguían escapando cosas, deseos, ahora quería tenerlo conmigo por mucho tiempo, necesitaba un compromiso, una certeza... la propuse y la tuve.
Ahora está conmigo y lo amo. Lo desee desde hace años, lo tengo. Tengo la felicidad de tenerlo y la tristeza de su vida sumada a la mía. Tengo un dolor encontrado más un dolor adquirido, la posibilidad de matarme a su lado y la opción de salvarnos la vida. Me duele la vida y su vida me duele tanto como a él. Deseo su corazón, su cuerpo, su pensamiento. Odio el mundo tanto como él... y los dos somos parte del mundo ¿nos odiamos?... eso me da miedo... creo que a él también.
Juanfer eres lo siempre deseado, lo siempre temido, no quiero quedarme contigo en el infierno quiero que vayamos al cielo, no quiero ahogarme en el maldito lodo, quiero aprender a nadar y salir ilesa contigo de todo este mundo de basura. No quiero que nos acostumbremos a llorar, tan solo que aprendamos a reír. Te amo. Sé que podemos hacerlo, tengo miedo de que tus demonios y los míos nos vuelvan el mundo más mierda de lo que ahora es para nuestro dolor. A tu lado siento hundirme, y siento resurgir... todo es tan volcánico, tan volcánico como lo que siento cuando te tengo.
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