lunes, 30 de enero de 2012

Una nueva vieja vida

Un sorbito de lágrimas, un brindis por el pasado, un guiño por el futuro, un despertar conocidamente incierto, un acierto, una duda, un pedazo de corazón aplastado en el piso, unas gotitas de sangre en el pecho, un vacío demasiado lleno, un cerebro a punto de vomitar, una melodía harta de silencio, un dolor miserablemente feliz, un nombre para siempre, otros mil para el momento, la estabilidad de lo inestable, una súplica desenfocada, una vida desenfrenada, un deseo indeseado, un anhelo tan intenso que se fragmenta en el viento y se deshace en el agua, un pensar y un sentir que se divorcian en las sábanas del fuego, en la tierra de nadie, tierra de un solo dueño, soledad, manía, un poco de hielo, otro más de calorcito desmedido, efímero, esperanza de un te quiero, posible para lo eterno, encuentro con lo imposible… Falla el latido, falla el respiro, fallan los pasos, fallan los lazos, falla bastante la vida, ¿la muerte?… gracias, ella sigue viva. Se evapora lo existente junto con lo inexistente, se envenenan mutuamente, se matan mientras se aman, la esperanza ya no alcanza, al contrario, a diario se abalanza con intenciones macabras que esconde hipócritamente con la crueldad de la venganza, del precio que todo paga, de la causa y el efecto, de la pérdida buscada, del dolor propuesto y cumplido, de la bendición maldita, del dolor causado y obtenido. Un minuto de silencio, es decir, otro…
…mejor miles de minutos más.

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