Lágrimas... se siente tanta
impotencia... miras a tu alrededor y ves un millón de malditas cosas que te
recuerdan lo que tanto amaste... “por favor que sea un sueño”, y sigues ahí
viendo como el espejo se burla de tu dolor... si pudieras devolver el tiempo y
evitarlo todo. ¿Y ahora? Te levantas como todos los días, mientras despiertas
recapitulas tu existencia y te encuentras otra vez con la realidad, un vacío
desgarrador te repite “es verdad... se fue”, otro día más y ¿qué vas a hacer?,
tienes que vivir: bañarte, comer, trabajar, estudiar... caminar, caminar los
caminos que caminaste tantas veces... con compañía, y mientras lo haces ves
aparecer imágenes, escuchas palabras, risas, sientes que te tiemblan las
piernas... un poco de náuseas, ¿podrás continuar?, mientras vas por la calle
tratas de no llorar, pero tu rostro se humedece antes de que puedas evitarlo...
“tengo que ser fuerte”... continuas caminando.
Y va transcurriendo el día... te
encuentras sonriendo, haciendo bien lo que tienes que hacer, tu vida sigue como
antes... y piensas “no es tan difícil”... y entonces todo se va de nuevo al
infierno, porque recuerdas que estas en el infierno. Un recuerdo, una palabra,
una imagen... vuelves a sentir tu “eterno” dolor. ¿Y a dónde vas a huir? No hay
un maldito lugar del mundo donde cambie lo que pasó, ni tu casa, ni tu trabajo,
ni tu escuela, ni el mar, ni el sol... ni otra persona.
Si a veces el dolor disminuye y nuestra
vida continúa, cuando nos encontramos en una situación similar a otra vivida
con nuestro ser querido, de nuevo se nos derrumba el alma. Los malditos
recuerdos, el maldito dolor, de nuevo el inmenso vacío... el vacío de la
soledad. Porque no es suficiente estar rodeado de personas que te quieren para
sentirte acompañado, la persona que amabas te ha dejado solo... solo para
siempre... solo para siempre... solo para siempre... para siempre... para
siempre... para siempre... ¿y ahora qué vas a hacer?... se supone que vivir.
Pasas tus días solo, dibujando tu
pasado, enfrentado tu presente, ahora tienes miedo de todo, de la gente... de
los lugares... de tu mente. A diario emprendes los caminos ya caminados, pero
ya nadie te protege, y a veces piensas, “y que importa... si ya nada importa”,
pero sigues teniendo miedo... y no interesa a donde vayas, sabes que no se
irá... entonces empiezas a desesperar. Y desesperas a diario, y te enloqueces
cada día un poco más, y deseas morir y temes morir. Y sientes que no lo puedes
soportar, pero lo tienes que soportar... o... ¿qué vas a hacer?.
Y cuando no puedes más, aparece el
dolor, empiezas a llorar, y lloras y gritas y te enloqueces un poco más, pero
igual sigues ahí... y como duele seguir solo. Lo odias todo, te odias por
haberlo dejado ir, lo odias porque se fue, ¿y de quien te vas a vengar?,
véngate de la vida.. ¿y?... ¿cómo?... ¿para qué?. Vive la maldita y ya. Y todo
va a seguir igual... porque vas a volver a perder... una y otra vez... una y
otra vez.
Olor a muerte...
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