lunes, 30 de julio de 2018

Quiero querer(me)

Quiero paz, tranquilidad, encuentro conmigo misma, quiero equilibrio interno y externo, quiero ser verdaderamente yo, quiero felicidad.
Quiero estar sana, alimentarme bien como siempre y dejar atrás lo que daña mi cuerpo,  quiero trascender sintiéndome bien conmigo misma, orgullosa de lo que me represento.
Quiero darme los gustos que quiero, quiero comer, dormir, reír. Quiero ser siempre yo, quiero ser mejor, escribir mejor, cantar mejor, amar mejor.
Quiero un chico adecuado para mí, maduro, inteligente, con criterio social, bien parecido, sexy, honesto, sencillo, un poco loco, alguien que logre simpatizar conmigo, entenderse con mi carácter, ganarse mi amor y amarme por mucho.
Quiero no volver a empezar, quiero ganar y ya no perder.

Barrido al amor

Un hombre me amó, me amó con honestidad, con su alma, con su cuerpo, un hombre me amó… era pequeña, torpe, tonta, nunca entendí lo que sintió ese hombre por mí; yo lo amé a mi manera, lo amé con lo que creí mi alma, mi cuerpo, mi ser, pero también lo amé con lo que ignoré como mentiras, faltas, engaños. Ese amor se hizo incoherente, sin el valor suficiente, ese amor se derrumbó, sin yo entender, me quedé sin él, sin amor… con dolor.
Busqué un reemplazo facilista, un amor que fue más una amistad, y todo resultó bastante bien hasta que ese nuevo amor terminó haciendo exactamente lo que yo ya había construido: traición.
La traición duele como lo que más he sentido que me ha dolido en la vida, la traición duele como un vacío inimaginable en el estómago, con debilidad en las piernas que parecen quebrarse, con mareo, la traición duele como si algo te estuviese aplastando, con la incredulidad que parece ponerte en las puertas del más allá…
Saliendo un poco de ese dolor, alguien alertó todos mis sentidos, alguien como nunca antes logró cautivar mi alma, mi cuerpo y mi corazón, amarlo fue la totalidad que jamás conocí hasta él, amarlo fue lo mejor que me pasó, amarlo fue lo peor que me pasó. Las cosas se tornaron feas, desagradables, agresivas, de verdad lo amé, tal vez lo hubiera podido hacer mejor, pero él también, él pudo haberme tratado muchísimo mejor, pudo no haberme maltratado, por eso ambos llegamos al límite, nos perdimos en la locura. Pasaron años para sanarme.
Luego apareció un chico interesante y dulce, digno de toda mi atención, un hombre que con su sensibilidad y complicidad dio fe de su fortaleza…  Confié infinitamente en él, creo que como nunca antes lo había hecho en la vida, con nada, ni con nadie, ni siquiera conmigo misma, con el aposté mi vida, imaginé un futuro ganado, devolví la esperanza al amor. Duró más de lo que funcionó, se fue por voluntad propia y por hastío de mí, y aunque hoy aún yo no lo comprenda bien, acepto con altura lo que ahora me rodea.
Miro adelante, tengo pocas preguntas y creo que así está mejor.

He sido

Ya vi la traición mirarme a los ojos con la mayor frialdad que jamás hasta ese momento había conocido, la vi escondida, con su capacidad de hipocresía, ocultándose completamente y evidenciado su debilidad. Vi el dolor a la cara, el dolor más profundo que hasta entonces había conocido, las lágrimas que brotaban de la barriga, del cerebro, de las venas, del sin sentido. Vi la muerte, cruda y fría como habría de imaginarse, también la vi cálida y placentera como tendría que aceptarse. Me he visto con máscaras, sin rostros, con odios, sin karmas, me he analizado hasta desmenuzarme, me he aislado hasta dejar de masticarme. He sido yo, he sido tant@s, me he perdido, he intentado encontrarme, he sido sincera (más de la cuenta), he sido auténtica, capaz, orgullosamente fuerte y también frágil; de otro lado he sido mentiras, falsedad, pero más que eso he sido miedo, incapacidad de enfrentar, huida, completo masoquismo, dolor vs. dolor. He sido calma y tempestad, sorpresa y costumbre, locura y mansedumbre, he estado conmigo y me he dejado sola, he indagado por mi y he olvidado mi nombre. Hoy… sin palabras y en estado de absoluto deslumbramiento, de completo silencio y shock, no sé quién soy ni quién escribe, no sé qué quiero o si hay algo que nítidamente pueda saber que quiero, inflo mi pecho para sentir que respiro, mientras mis minúsculos músculos quieren desvanecerse, me pregunto por la vida al tiempo que aplaudo la pacífica y explicable muerte. Disfruto las por siempre amables y contemplativas melodías de Lacrimosa, mi ser, el ser, el simplemente ser o dejar de ser, el dulce amargo de la música perfecta, el desvanecimiento, la totalidad, la falta malditamente eterna, siempre falta, siempre dolor. Confusión e indecisión serían las palabras que usaría para definir la mezcla de mis contradicciones, pero estoy confundida y no me decido a concretarlas. Ja ja ja, la verdad, simplemente soy la sensación permanente de vacío, de necesidad, de búsqueda, y de soledad; la impertinencia de maldad disfrazando inquietudes sobre la eternidad. 

miércoles, 25 de julio de 2018

Volar en mí


Error, tras error, de eso se compone la vida, aprender de las caídas y los golpes para darte cuenta demasiado tarde, para extrañar demasiado tarde, para querer enmendar demasiado tarde… nos pasa a todos, nos pasa que entendemos cuando ya no hay nada por hacer.
Miro hacia atrás y veo un montón de oportunidades y personas que no sólo dejé ir sino que hice todo lo posible porque se fueran, miro hacia adelante y veo el vacío de la incertidumbre, un lugar que quisiera tener ocupado por mi pasado, por un hilo que jamás se hubiese roto, por una construcción sólida y verdadera, no existe tal, sólo existo yo y la nada. Sin embargo, no puedo desmeritar que mi último intento salió mejor que los anteriores, que con el paso de los años dejé de patear tanto mi rededor y decidí apostar con más fuerza y esperanza, pero como todo en la vida tiene un final, todo lo que construí se esfumó, se esfumó una vez más.
Hoy tengo las mismas estúpidas preguntas de siempre, las que nunca han tenido ni tendrán respuestas, las ganas frustradas, los por qué, los para qué, los cuándo, los dónde y el quién… el deseo de quedarme quieta y el de salir corriendo. Quisiera volar mucho tiempo quedándome sólo en mí, quedándome sólo aquí… lo intento cada noche… a veces funciona.
Que ese presente que tenía me dejara, siempre me hace recaer en ese lejanísimo pasado que amé, en esas sensaciones que atravesaron mi cuerpo y  mi mente hasta hacerme ser más que una persona, hasta hacerme ángel y demonio, hasta hacerme un todo con el universo, me vuelvo otra vez un poco loca y olvido la cordura que se me había ido dando, eso me da miedo, yo me doy bastante miedo. Entre mi bondad y mi maldad, el límite ni siquiera se nota.
Mi autismo mezclado con narcisismo siempre ha necesitado de alguien para poder ser, para construirme a través de otros estando en realidad sola, para fortalecerme en mí dejando las demandas ajenas a un lado, esa será mi condición castigadora, que el otro me deje sola cuando sienta que deja de ser, que sólo yo soy, la eterna sádica y masoquista… me gustaría pensar que hay alguien que pueda vivir con esto para siempre y estar conmigo… supongo que es imposible.
Ahora sigo en el limbo… esperando.


Víctima o condenada

Víctima... ha sido para mí un término reivindicativo en lo social, con claridad, con potencia… Pero cuando me dijeron víctima en un contexto personal lo asumí y me asumí en desventaja, me sentí como si me estuviese poniendo por cuenta propia en un lugar de lástima, de incapacidad… y me pregunté: acaso estar triste o sufrir como lo hacen la mayoría de las personas insinúa que necesito aliento, pesar o consideración por encima de otros? Para mí, mi tristeza nunca se relacionó con eso, fue un estado respetable, auténtico, natural, sin pretensiones. Vivir mi realidad nunca fue victimizarme… al menos no por mi decisión; y ser víctima resulta ser diferente a victimizarse… es un tema de envergadura amplia.
Hace tiempo persona cercana, casualmente la misma que me tildó de víctima, utilizó el término “condenada” en la frase “no estás condenada”; ese me gustó más… ¿Estoy condenada a X ó Y o por X ó Y? No sé, se supone que no, yo elijo mi camino, pero… yo no elegir nacer, no elegí a mis padres ni su porquería de karmas, no elegí lo que de pequeña me mostraron, ni los lugares a los cuales se me ató; soy la suma de lo que encontré, de dónde me pusieron. Pasados los años intento ser más analítica, intento darme cuenta de que ahora me condeno porque quiero, como una normal reacción al contexto en el cual crecí…
Soy depresiva, angustiada, llena de miedos y de pensamientos negativos… eso, frente a mis ganas de triunfar, de fingir que no pasa nada malo y sorprenderme con lo bueno. Realista hasta siempre… con experiencia para decir: “ey, te traicionan”, “ey te mienten”, “ey, te temen”, “ey, lo que maquinas no funciona”, “ey, la vida no es color de rosa, la vida es una total decepción”. Cargo con lo que me tocó vivir: con mi mamá desagradable y predispuesta, con mi papá agresivo y dependiente; cargo con elecciones que tomé en algún momento sin criterio y ya no puedo deshacer: con mi tatuaje en el brazo, con mi alcoholismo… que aunque quisiese dejar, no puedo eliminar de mi hígado; cargo con los traumas que me como en gomitas porque ya no hay nada qué hacer. ¿Condenada?  Sí… ¿y? Esa es la vida… así fue mi vida, así es. ¿Víctima? Jajaja… nadie es víctima de nadie. Todos simplemente  sobrevivimos.

Personas inesperadas

Y después de estos años de tratar de comprender mi soledad, aparece en una noche cualquiera y en mis lugares de siempre, un chicuelo sin mayores pretensiones, una personita pequeña y aparentemente frágil, un simbolismo de ternura y afecto, una esperanza sin fuerzas, de amor puro y sincero.

La celebración de un nuevo empleo, esta, con un maravilloso compañero, trajo consigo además un nuevo enredo. Apareció Jota, dulce, tranquilo, perfecto.

De unas sonrisas y dos tragos, surgió un beso que se convirtió en encuentro. Una llamada para fortalecer la esperanza, dos abrazos, tres deseos, y de un momento a otro un noviazgo que volvimos matrimonio.

Por Jota dejé mis lujos, mi tranquilidad, mi familia, mi amor por el vacío; afronté otros retos, la responsabilidad, la aplicación real de mis aprendizajes en todos los ámbitos: arriendo, comida, cocina, trabajo, entrega y muerte antes que engaño.

Fue más de un año lleno de amor y excesos, libertad total bordeando los límites. De mi parte el aporte incondicional, del suyo dolores propios y ajenos, una familia de porquería que no tiene nada que ver con la mía. Mis darmas sopesaron sus karmas, sus deudas hundieron mis ganancias.

Me trató muy bien, sí, muchísimo; me escuchó, sí, bastante; corrió por mis campos, absolutamente cierto; fue lo que siempre quise, totalmente innegable.

Pero como lo bueno está destinado a ser cenizas del pasado, mis trasfondos y auto-amores superaron su nobleza, mis recuerdos y mi odio traspasaron su dulzura. Vida y mundo lo volvieron un verdugo… repasaron sus tristezas mezcladas con mis dolencias; aquel niño frágil preparó muy bien sus armas. ¿Soy yo la que de verdad los vuelve malos? Su predisposición más mi afectación… causa-efecto, maldición, perpetuación. Esta es mi vida.

Venganzas, violencias, ausencias, autosuficiencias… mi vida… su descripción. Dos monstruos con ínfulas de titanes jamás podrían amarse. ¿Para qué más esperanzas? ¿Para qué otro Marco? Ya conozco mi destino, no sé por qué flaqueó mi muralla. Ahora trato de alejarme pero el apego es muy fuerte, ahora aquí va mi vida, entre fuerza y desespero, entre triunfos laborales y pérdidas personales, entre amores pasajeros y lamentos del pasado.


Intrascendencia


No sé en qué momento me inventé esta historia, no sé en qué momento me la creí, supongo que la necesitaba… necesitaba creer que podía volver a creer. -Cualquier opción puede ser valiosa si tiene objetos de inconmensurable valor, cualquier historia puede ser eterna si mezclas los elementos que consideras clave-.

El vacío se siente evidente, no se puede tapar el sol con un dedo, no puede borrarse el cariño del corazón sólo con argumentos y con pretensiones convenientes: es triste, duro, solo y doloroso, sin embargo podría ser peor, yo lo sé, sí que lo sé; es una sensación extraña, un tanto conocida, un tanto nueva, más allá de otras, más acá de muchas.
Sí soy capaz, sí he sido capaz, sí seré capaz, siempre seré capaz… sí soy yo, siempre seré yo, no existe nadie más, ni más allá, ni más acá. Aprendí que lo que marca, marca, aunque se pierda lo simbólico que haya sido valioso, aprendí que sólo yo aprendo, que sólo yo vivo.  Vi en mi cara la sangre, la humillación, la pérdida, el odio, la zozobra, la muerte; vi la vida y lo que se trata de comprender… lo imposible, lo intangible, lo que jamás nadie podrá apretar entre las manos, obvio nadie, lo que no existe e ilusamente se anhela.
Quisiera morir lo menos peor, quisiera hacer lo “más mejor”, quisiera aprender todo lo posible, quisiera trascender y dejar eso que va pesando y estanca en cualquier órbita, acá o allá…  Quisiera volar, dejar de ser para convertirme únicamente en universo.
Se partió mi vida en dos: un suicidio, la culminación de una etapa académica, la confrontación en mi inconsciente con el padre, el deseo físico sin límites, mi primer golpe, la oportunidad de llevar mi imaginación al límite, la apuesta por el todo, el ideal configurado: la admiración, la figuración: el narcisismo. Tomé el camino del poder, ser por tener, hacer por ser.


Honestidad

Se lo dije, le dije prácticamente que lo amaba… que siempre iba a estar para él… fue la verdad. Complicado de su parte, porque creo que él no confía en que nadie lo quiera o lo necesite; de la mía, porque nunca pensé que lo tendría nuevamente enfrente para lograr asincerarme.
Me parece trascendental lo que pasó esta noche, no quería dejar pasar la oportunidad de expresarle mi cariño, jamás me hubiera perdonado haberlo dejado ir en silencio, no quiero que se muera sin saberlo, no quiero perderlo igual que Juanan, no quiero no estar.
Tengo costumbre a su ausencia, a su desagradecimiento, a saberlo simplemente sobreviviendo, y está bien, al fin y al cabo yo no voy estar con él, sus decisiones hace tiempo lo alejaron de mí, pero tampoco quiero estar absolutamente sin él, quiero que viva.
Me siento libre, libre por poder poner las cartas sobre la mesa, libre por brindar mi ayuda, libre por expresar mi cariño, libre por ser honesta como siempre lo he sido desde hace mucho tiempo ya.