Víctima... ha sido para mí un término reivindicativo
en lo social, con claridad, con potencia… Pero cuando me dijeron víctima en un
contexto personal lo asumí y me asumí en desventaja, me sentí como si me
estuviese poniendo por cuenta propia en un lugar de lástima, de incapacidad… y
me pregunté: acaso estar triste o sufrir como lo hacen la mayoría de las
personas insinúa que necesito aliento, pesar o consideración por encima de
otros? Para mí, mi tristeza nunca se relacionó con eso, fue un estado
respetable, auténtico, natural, sin pretensiones. Vivir mi realidad nunca fue
victimizarme… al menos no por mi decisión; y ser víctima resulta ser diferente
a victimizarse… es un tema de envergadura amplia.
Hace tiempo persona cercana, casualmente la
misma que me tildó de víctima, utilizó el término “condenada” en la frase “no
estás condenada”; ese me gustó más… ¿Estoy condenada a X ó Y o por X ó Y? No sé,
se supone que no, yo elijo mi camino, pero… yo no elegir nacer, no elegí a mis
padres ni su porquería de karmas, no elegí lo que de pequeña me mostraron, ni
los lugares a los cuales se me ató; soy la suma de lo que encontré, de dónde me
pusieron. Pasados los años intento ser más analítica, intento darme cuenta de
que ahora me condeno porque quiero, como una normal reacción al contexto en el
cual crecí…
Soy depresiva, angustiada, llena de miedos y
de pensamientos negativos… eso, frente a mis ganas de triunfar, de fingir que
no pasa nada malo y sorprenderme con lo bueno. Realista hasta siempre… con
experiencia para decir: “ey, te traicionan”, “ey te mienten”, “ey, te temen”,
“ey, lo que maquinas no funciona”, “ey, la vida no es color de rosa, la vida es
una total decepción”. Cargo con lo que me tocó vivir: con mi mamá desagradable
y predispuesta, con mi papá agresivo y dependiente; cargo con elecciones que
tomé en algún momento sin criterio y ya no puedo deshacer: con mi tatuaje en el
brazo, con mi alcoholismo… que aunque quisiese dejar, no puedo eliminar de mi
hígado; cargo con los traumas que me como en gomitas porque ya no hay nada qué hacer.
¿Condenada? Sí… ¿y? Esa es la vida… así
fue mi vida, así es. ¿Víctima? Jajaja… nadie es víctima de nadie. Todos
simplemente sobrevivimos.
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