Tanto tiempo de silencio, minutos de dolor, vacíos de
soledad, mi guitarra y mis canciones, y aquí están mi corazón y mi mente aún
enloquecidos por un amor fugaz, Jota.
Mi vida ya no tiene sentido, el tiempo ha pasado y no
encuentro mi camino, me quedé estancada en ese nombre, en ese recuerdo… He
tratado de salir, de buscar mi felicidad, no puedo… Acabé con todo, llegué al
fondo, a lo más bajo, acabé con todo por él, y lo único que logré fue hacer que
me despreciara… y con toda la razón… yo era su espejo, su ejemplo a seguir, lo
único bueno que le quedaba en su mundo de “suciedad”; lo defraudé, rompí el
encanto y me odió, y me odia, y nunca podrá perdonarme que con la excusa del
dolor de haberlo perdido me hubiera metido en eso mismo de lo que trataba de sacarlo.
Me hice daño a mí, le hice daño a él, a mi mamá y a mis
amigos; lo perdí todo, perdí mi propio amor, no sé quién soy, no sé qué soy.
Estoy hundida en un mundo de tristes recuerdos, de sueños truncados por
inconsciente, por acelerada; ya no tengo fuerzas, no tengo motivos para luchar,
mis ilusiones se apagaron, estoy muerta aunque respire, ya no tengo alma.
Tuve un sueño que es mi sueño, aún después de tanto tiempo,
ya casi un año y no puedo dejar de amar a Jota, no sé por qué, qué me hizo,
pero no logro olvidarme de los momentos que compartí con él, de sus sonrisas,
su música, sus palabras.
Nunca había hecho nada por nadie, ni había conocido a
alguien con un pasado tan triste, nunca podré olvidar los consejos que le di,
las lágrimas que lloró, lo que aprendí de él, lo que aprendió de mí, sus
dibujos, su deseo de cambiar, de llegar lejos, de triunfar y ser un orgullo
para su padre, de hacerme feliz y alejarme de la maldad, sin tener que llorar,
sin tener que sufrir, sin tener que pasar por lo que él vivió; el camino perdí,
me hundí más que él y por eso me odió, y ya todo se acabó y mi alma se murió;
lo perdí a él, me perdí a mí, el futuro termino y en el lecho de mi muerte lo
vi, era solo un sueño, un triste y anhelado sueño…
“Me mira y sonríe, que extraño sin me odia, trataré de no
demostrarle más lo mucho que me importa; pero se acerca… no entiendo… ¿por qué
me besa si me odia?... ¡No es verdad! ¡No me odia! ¡Me ama, me necesita! ¡Me
quiere junto a él para siempre! Entonces ahí estaré porque siempre lo deseé.
Ahora me abraza y llora porque tiene miedo de perderme, ¡No me iré, ahí estaré!
No quiero que llore, ahí estaré, siempre lo amaré, nunca, nunca me iré”.
Es el lecho de mi muerte, lo vi.
Era solo un sueño, un triste y anhelado sueño.
Es mi vida regresada,
de juventud deslizada,
la esperanza realizada,
mi felicidad alcanzada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario