Extraña es ahora su mirada, oscuro su corazón, ya no hay
nada para mí; quizás fue mi culpa.
Solo quise amarlo, lo he perdido, y puedo sentirlo pero no
entenderlo, su alma está lejos, pero su cinismo lo ata a mi cuerpo; cero
sentimientos, muchos pensamientos, fuertes los recuerdos, débiles momentos… de
verdad llegué a amarlo, de verdad lo amo.
Encontrarlo fue casualidad, conocerlo fue curiosidad,
ayudarlo fue simple humanidad, amarlo fue necesidad. Vivir entre el arte, el
rap y las drogas, vivir entre la muerte y la calle pese a tener todo lo
necesario en su hogar, contar con cosas más valiosas afuera, contar con la
realidad; una vida cruel para un muchacho que cuando conocí solo tenía 14 años,
dos menos que yo.
Muchas historias hay para decir de su vida, mucha soledad
dentro de su corazón, una soledad que me conmovió, que me enamoró, una madurez
forzada, una inteligencia analítica y extraña pero real y coherente; una
ternura infantil escondida tras la violencia, pero que yo quería descubrir, y
quería sentir, por eso lo amé, lo amo, por su voluntad de cambio, por su
transparencia de alma, por su dolor reprimido, por su conciencia dormida.
Yo fui lo mejor en su vida, fui su luz, su guía, su nuevo
camino, su redentora; sentí que me amaba, y entonces aprendí a quererlo; fue
muy lindo vivir con ilusiones. Ahora todo cambió, su frialdad es cruel, su
cinismo duele; a veces pienso que jamás logré mi objetivo, que siempre me ha
mentido, pero me queda el consuelo de haber ofrecido mi vida por su felicidad;
lo intenté con todo el corazón, cumplí con lo que consideré mi deber, ahora
puedo desaparecer para siempre.
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