martes, 6 de noviembre de 2012

Otra vez

No quiero dañar a nadie, no quiero que nadie pase por lo que yo ya pasé, por lo que aún estoy pasando, por lo que jamás voy a poder terminar de pasar. El dolor del corazón es tan profundo y sin límites que sé perfectamente que no tiene asidero ni en este mundo ni en el infierno imaginario del universo que aún no conozco.

Amarme es tan inconcebiblemente posible como el amor que pudiera yo volver a sentir de manera natural y tibia por algún ser humano sobre el planeta tierra. Me duele enormemente que un alma noble y tierna fije su humilde y dulce mirada en el demonio depresivo y frío que habita en mí, eso no puede suceder, eso no tiene porqué poder ser.

Lameré mis heridas por el resto de la vida que me queda, apreciaré mis cicatrices con la suficiente locura y el explicable arrepentimiento que las vivencias pasadas merecen, vislumbraré mi futuro como el sombrío vacío y el doloroso camino que la esperanza amerita.

Buscaré, nunca encontraré. Esperaré, jamás me responderé. Lloraré una vez, otra vez. Caminaré, en el patético círculo de mi languidez. Seré? Sí, quizás en uno que otro amanecer. Estaré? No, ya no creo en mi vejez. Viviré? Probablemente como muero cada anochecer.

Duele, duele mi dolor y el de los demás. Duele no poder amar, duele mucho mucho amar, duele que me amen, duele que me aíslen. Duele existir y no poder morir, duele matar y no lograr vivir. Duele el dolor, duele el amor, duele el odio, duele el rencor y la desesperanza. Me duelo  tanto yo como me duele el mundo.

Este no es el fin, es sólo el principio. Otro camino, una nueva ruta, una eventualidad, una causalidad. El mundo de afuera, el caos de adentro. El ser y no estar, el abismo y la tempestad. Callar, gritar, simplemente expirar, otra vez, una y otra vez.

Canto por la soledad, lloro por los que no están, caigo al intentar volar, ahogo olvidar o recordar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario