jueves, 7 de junio de 2012

Psicoanalizándome

No quiero que mi papá se muera… Tengo miedo de que ese día yo me desintegre, tengo miedo de mí, no me quiero enloquecer.

Estuve mirando las fotografías de mi infancia, siempre estoy abrazándolo a él, ignorando a mi mamá, y no se trata del complejo de Edipo, es más que eso… Yo soy igual a él, creo que en mi infancia él no era mi deseo sexual como debió haber sido, él era mi objeto de identificación, siempre lo ha sido, yo soy su copia… creo que algo mejorada, pero todo lo que he hecho en mi vida ha sido para que él se sienta orgulloso de mí, para ser como él, igual de ansiosa, igual de petulante, igual de inteligente.

En esta historia no sé qué lugar ocupa mi madre, entre “el perro, la niña y el muro” (AP), ella viene siendo el muro, entonces ¿también debo sonreírle? Me gustaría saber qué es exactamente lo que siento por ella, a veces pienso que lástima, una especie de amor obligado que le agradece el hecho de haberme criado, el hecho de haber sido una madre y esposa abnegada, de resto, la verdad, todo en ella me exaspera, me genera un profundo rechazo, por no decir, asco. Su bajo nivel intelectual y político, su evidente retraso espiritual, su conformismo, sus actitudes mediocres de limpieza que únicamente ocultan la mugre y que terminan dejando las cosas definitivamente asquerosas, sus comidas elementales y con mal aspecto, su mal oído musical, sus eructos fuertes, su imperfección en las labores que realiza, totalmente burda y sin estética, su tos, su catolicismo, su falta de etiqueta, su familia, todo, detesto todo lo que tiene que ver con ella.

He recordado que desde mi infancia jamás he profesado afecto por la familia de mi madre, sus miembros siempre me han parecido inferiores a mí, he aquí donde entra mi parte inhumana y prepotente, una de las partes no tan positivas que tengo de mi padre, pero sólo pretendo hacer un análisis. Y entonces mientras he rechazado y prácticamente ignorado a esa familia, de otro lado he admirado y aparentemente amado a la familia de mi padre, ahí he puesto todo mi interés, en sus dignas profesiones, en sus notables opiniones, hasta en el simple hecho de su ritmo musical o de la belleza física de la mayoría, esa familia ha sido mi orgullo; obviamente sin contar lo negativo, su maldito interés por lo material, por el dinero, ni siquiera por la posición.

No sé si el amor sexual que debí haber sentido en mi infancia por mi padre lo he transferido a lo largo de mi vida al resto de su familia, a mis primos siempre los he visto desde pequeña como objetos sexuales, no como personas que comparten mi sangre, o tal vez sí, los veo inteligentes, lindos y además comparten mi sangre y mi apellido, son perfectos, he ahí una de mis patologías, narcisismo, entre muchas otras, además histeria, si no puedo serlo puedo tenerlo.

Me pregunto ¿qué va a pasar cuándo se muera mi mamá? ¿Cuál será mi sensación? ¿Cuál será mi reacción? ¿Culpa? Creo que ya la he espiado mucho de cuenta de sus humillaciones. Ahora me doy cuenta, mientras yo la he considerado a ella inferior a mí en lo intelectual, ella lo ha sopesado con el hecho de considerarme inferior a ella en lo moral, con el hecho de poder tratarme siempre como una pobre puta, alcohólica y drogadicta, una perdedora total, y ella será siempre lo que yo jamás podré ser: la señora de la casa. Pero no quiero ser como ella! Jamás quiero ser como ella! “Quiero ser lo que ya soy”(AP), lo que sea, pero lo que ya soy.

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