domingo, 17 de febrero de 2013

Tinta roja

Con mi muerte no se remediará tu muerte… con mi sangre jamás correrá tu sangre… con mi dolor nunca aprenderé a conocer tu dolor ni el motivo de tu partida… mi arrepentimiento será siempre en vano, evidentemente desperdicié mis últimos minutos a tu lado… creí que nos encontraríamos después… me equivoqué… no pudimos encontrarnos más en esta vida… Te dejé en el instante en el que más me necesitaste, dejé que te fueras… ignoré tu llamado por quedarme con la monotonía de la agonía… espero puedas perdonarme, deseo logres escucharme… sueño únicamente poder abrazarte… 

viernes, 1 de febrero de 2013

Noche en el bar

Qué buen contexto! Relajada, sola… obvio, como siempre, sola. Esta vez no protestaré, aprovecharé tener un espacio así para mí, fuera de mi habitación. Eso suena interesante… ¿Qué voy a decir en este espacio? Nada nuevo, lo de siempre, lo de nunca: que mi nada y yo estamos felíz y tristemente juntas, para bien o para mal, juntas. No me incomoda nada, no me extraña nada, he estado tantas veces así, he estado tantas veces aquí. No logro comprender mi estúpido y efímero miedo, el miedo manifiesto de formas y en momentos tan inoportunos, mi miedo inexistente, mi miedo tan rendidor, lastimosamente tan monótono. ¡Sí! ¡Que poco original! Siempre tan predecible, tan poco interesante, que miedo tan aburrido.

Otra vez veo a las parejas profesándose el hipócrita amor, la corta mentira, el dulce engaño de toda la vida… de toda la muerte, la tontería que sostiene un mundo poco entendible pero bastante aceptable, supremamente deseable, evidentemente acabable. ¿Cuántos siglos pasaran para poderlo disfrutar? ¿Cuántos milenios transcurrirán para poderlo repudiar? Asco, odio, envidia, deseo, inmunda gama de sensaciones, ni siquiera de sentimientos.

Escribir me ha calmado, debe ser porque me siento como en casa.

Esa frase me gustó. ¿Por qué temerle a la gente y al mundo cuando yo soy superior a todo eso, cuando soy la mejor?

Qué loco pasar de la insignificancia y la paranoia al desmedido narcisismo, qué loco pasar de la dolorosa y ansiosa soledad a la maravillosa y divertida megalomanía, del sentimiento de soledad al de total compañía. Te odias lo suficiente para temerte y rechazarte y te amas lo demasiado para aplaudirte y vanagloriarte de ti misma, de lo que eres o de lo que podrías ser, o de lo que no eres o de lo que no puedes ser, o de lo que vas o no a ser. En momentos así me siento orgullosa de mí. Quiero saber de mí, no sé hasta dónde, no sé hasta cuándo, en momentos como este quiero saber de mí, solo de mí, en momentos como este el mundo me vale cero, así debería ser siempre.

Rata muerta

Tengo un montón de recuerdos en mi cabeza, paradójicamente casi todos son buenos aunque los malos momentos fueron la mayoría. Me hace muy felíz recordar que alguna vez fui muy felíz, muy muy felíz. Esas sonrisas tan sinceras y tan dulces que brotaban de su rostro al mirarme… eso me hizo sentir demasiado querida, amada por esa persona que yo también amaba. Pero ¿cuándo se acaba el amor? ¿Cuándo se acabó eso tan maravilloso que tenía en mi cabeza y en mi corazón y que sentía en mi piel y en mi estómago? Creo que eso nunca se acaba, se queda, solo que lo mudas de lugar, lo pones sobre otro ser, un ser que ahora ves más frecuentemente y que te hace sentir bien, pero el pasado siempre se queda contigo, siempre. A veces pienso que cada vez que siento miedo por el pasado de mis seres queridos lo único que realmente temo es seguir atada al mío propio. Nunca amé a alguien como amé a Fernando, él fue todo para mí, toda la crueldad y todo la bondad del universo, todo, no había nada en el mundo por fuera de él, por fuera del mundo que creamos para los dos, él me dio todo y me lo quito todo, principalmente mi cordura y la fe en el amor. Después de él no sé si existo o estoy en el infierno, si sigo dormida o regresé a la realidad, lo que tengo ahora no estoy segura si lo tengo o si ya lo perdí, debe ser porque siento que ya hace mucho tiempo, en algún momento, me perdí, y ahora ni siquiera sé dónde estoy, ni para dónde voy… “rata muerta”, como decíamos con Fer, jajaja. Definitivamente fui muy muy muy felíz.

No funcionó

Esta vez lo intentamos, una fiesta hasta el amanecer y no funcionó, por el contrario, se evidenció que con él no puedo ser “sin límites”, eso no le gustó a él, pero tampoco me gustó a mí, simple…

Hoy él no llamó y yo no llamé, hace un rato pensé y hasta me dolió, pero ahora ni siquiera me importa, ¿por qué?

La última vez que lo ví, cuando iba hacia él no estaba segura de ir, ni de él, ni de mí, ni de nada, quise no haber ido, quise no estar allá.

Es definitivo, ya no siento mariposas… y nada más que hablar.

“La ficción es y será la única realidad”.

Las cosas cambian tanto

Hoy estoy bloqueada, hoy tengo una interrogación gigante en mi cabeza. No siento mariposas, creo que en eso se resume todo, y creo que sé a qué se debe, no está la adrenalina que yo amo, el todo por el todo, las cosas son extremadamente tranquilas, ¿dónde está la improvisación?, no es mi tipo, ¿dónde está la emoción? ¡Qué mal la monotonía! ¡Qué mal planeado! ¡Qué mal la frasecita: “no se puede”… yo siempre pude todo… “Sin límites”. Es demasiado racional,  piensa demasiado, qué mal, quizá con sus amigos sea más emocional y arriesgado. Si las cosas siguen así va a terminar por no gustarme, y sus besos van a perder su sabor. Yo quiero voltaje, él no me lo da. Descansaré… Un suspiro… Pensaré y luego dormiré… Las cosas cambian tanto… y en tan poco tiempo…

El problema soy yo

Ayer no me llamó, por un momento dudé de lo que estaba pasando, pero el problema no fue ni es lo que él siente por mí, el problema es lo que realmente yo puedo volver a sentir. Tengo miedo a creer, tengo miedo a enamorarme, quisiera estar cien por ciento segura pero eso nunca será así, nunca nada es cien por ciento, por eso yo me diluyo de nuevo en el pasado y en el momento de mi vida en el que tenía cien por ciento claro a quién amaba y quién me amaba. Hoy estuve toda la noche leyendo esos correos que nos escribíamos, tan crudos, tan transparentemente amorosos y tan horriblemente odiosos, escritos con las vísceras, con sangre en los ojos y en las manos, demasiado dolor y demasiada necesidad, toda una patología, pero era nuestra patología, la completud, lo supremo, lo increíble, lo realmente mortífero, vivir y morir cada día, un juego macabro. Luego recordé el terrible daño que nos hicimos, las veces en que estuvo a punto de matarme, lo que le hizo a su familia, ese tiempo fue una definitiva enfermedad, un extremo que nos convirtió en adictos, peor que a cualquier droga existente sobre la tierra, adictos a la muerte. Ahora estoy rehabilitada y no importa qué tan difícil sea todo ahora, siempre será mejor que antes, mejor que con él. 

El problema soy yo, no es Julián, yo le llevo muchos años de vivir un montón de porquería, y aunque algo me sigue diciendo que a él también le ha tocado duro en su mundo social y familiar, no creo que alguien pueda resistir en su alma y en su corazón lo que me ha tocado a mí, no sin pasar por el hospital mental, no sin quedarse allí, no sin suicidarse. Tal vez este bajón de nota me sirva para tomar las cosas con calma, como él las está tomando, lento pero seguro, sin las ansiedades con las que daño todo en mi vida, con la seguridad de que está conmigo y de que creer en él será un proceso, como todo en la vida, como la gente normal. “Igual si ahora lo tengo a él lo disfrutaré, cuando él se vaya siempre, siempre tendré a Juanfer en mi cabeza, nunca estaré sola, no tengo que sufrir por nadie más, tengo el recuerdo del amor puro,  del verdadero, del que viene del cielo y te lleva al infierno, la maldición en esta tierra”.  Obvio esto lo escribo para no derrumbarme, para estar preparada para lo peor: para que me dejen, pero la verdad quisiera volver a enamorarme, salir del infierno y encontrar un ángel que me lleve al cielo, darme cuenta en unos años de que Fernando NO era el amor de mi vida.

Perfección momentánea

Increíblemente todo marcha a la perfección, increíblemente estar con él me genera paz, precisamente porque me siento muy segura de lo que está pasando, porque siento que se siente bien conmigo y porque yo me siento bien con él. He pensado que no tengo que esperar nada, no tengo que esperar que todo se diluya, sólo tengo que vivir el hoy, la tranquilidad y la felicidad que me da tenerlo de la manera que transcurre en el momento, disfrutar de los minutos  que paso a su lado y los signos de interés que él muestra por mí. Por primera vez desde hace mucho tiempo siento que alguien está conmigo, que piensa en mí, que quiere verme, que disfruta mis besos y caricias, alguien que realmente me gusta, a quien también disfruto besar y acariciar, a quien disfruto escuchar, que me hace reír y que hasta siento que me sienta bien.

Un sueño por cumplir

Ya no quiero seguir escribiendo lo mismo: “conocí, conocí, conocí”, luego de los días eso sólo se convierte en “nunca llegué a conocerlo ni un poco”. ¿Cómo pensar que este “conocí” trascenderá? Algo me dice en el fondo de mi corazón que esta vez está ocurriendo en verdad, algo en sus ojos es demasiado transparente, algo me hace sentir que en verdad le estoy importando. Ya no quiero pensar que sólo amé una vez, quiero volver a sentir mariposas, quiero esforzarme por alguien, quiero esforzarme por él, quiero que se quede, que se quede conmigo, que se quede en mi vida, yo quiero quedarme con él, yo lo quiero para mí.

Volver a amar

Cada segundo me muero del miedo al pensar que todo tiene su final y que tarde o temprano las cosas van a terminar, además tanto sufrir sólo deja marcas y traumas que quisieras no volver a repetir jamás, se termina cultivando una tendencia a la soledad y al desprecio por el amor, terminas abusando de los demás y permitiendo que abusen de ti, sabes que a la gente no le importa y a ti tampoco, terminas viviendo de los placeres y alejando el amor radicalmente de tu vida consiente e inconscientemente, te acostumbras a sentirte feliz con eso y hasta te acostumbras a llorar cuando momentáneamente desprecias esa realidad. Ríes y lloras con cierta tranquilidad, la tranquilidad que te quita conocer a alguien y creer en él y creer de nuevo en el amor, un amor que te da las más divertidas risas y sonrisas, pero también los más profundos e indescriptibles dolores, dolores que parecen que te sacaran las vísceras y te paralizaran las piernas, dolores con lo que tu cabeza parece que fuera a explotar y con los que tu mente y tu alma parecen extinguirse en segundos, segundos en los que realmente conoces el infierno en toda su profundidad.  Cuando piensas en esos dolores que da el amor, quisieras no volver a amar jamás. Eso me perturba, porque mi intenso amor solo me ha traído intensos dolores, ya no estoy segura de nada, ni confío en nadie, ni siquiera en mí misma.

El tiempo no pasa

Pasa el tiempo, pero el tiempo no pasa… me quedé sola para quedarme contigo…me quedé sola para intentar quedarme conmigo. ¿De qué se trata el hecho de seguir adelante? ¿De olvidarte? ¿De reprimirte? Eso no me está funcionando, hace rato todo sólo me está estancando… Vienes a mi mente impredeciblemente. Tus canciones, tus momentos, tu amor crudo y maldito me persigue en las noches, en las tardes, y en mis despertares súbitos e inocentes. Si el castigo de mi vida es recordarte, ya no quiero pagar más este suplicio. ¿Qué tengo qué hacer para volver a ser feliz? ¿Qué tengo que hacer para dejar tu historia atrás? ¿Por qué no puedo librarme de ti si tú ya te libraste de mí? ¿Esta maldición me iba a llegar por sí sola o yo la construí? Las lágrimas que salen de mis ojos y ruedan por mi rostro se convierten en objetos insípidamente inútiles y paupérrimamente endebles… Me persigues sin piedad y me persigues sin saberlo. ¿Cómo será tu vida? ¿Te acordarás de mí? Déjame libre, déjame en paz, déjame ir.

Los sueños

Escuché en una película que “quien no valora la vida, no merece vivir”. Durante mucho tiempo maldije mi vida, demasiadas veces intenté suicidarme... creo que en el fondo siempre tuve miedo, por eso nunca lo hice bien. Con el camino que he recorrido me he ido acercando lentamente a la muerte... pienso que ahora también tengo miedo, miedo porque sé que he maltratado bastante mi cuerpo... también mi mente, o quizá mi mente ha maltratado mi cuerpo... igual me siento hecha una piltrafa.

Sé que voy a morir, no sé cuándo ni cómo, pero voy a morir, y creo que esta vez no será por mi voluntad presente o futura, imagino que en el momento en que más valore mi vida y esté lo más cercano posible a la felicidad, ocurrirá... mientras tanto vivo porque aún respiro, pero no sé ni cómo quiero ni cómo voy a lograr vivir.

De niña me creí el cuento del “príncipe azul”, el cuento de la “felicidad eterna”... los malditos autores deberían tener más cuidado con lo que le inventan a los niños, se han tomado el derecho de hacer parecer reales las historias de fantasía, y envuelven a la gente en sus miserables sueños inexistentes, y terminamos creyéndonos la invención de que se puede bajar una estrella y otro millón de basuras.

Quería ser cantante, eso fue lo que siempre soñé, de eso no he logrado casi nada, básicamente lastimarme la garganta fumando como loca desde hace ya diez años. Imaginé llegar muy lejos en lo académico, pero aunque soy buena podría haber sido mejor, quizá haber obtenido una beca, estar haciendo un posgrado en otro país, hasta que me pagaran por estudiar... yo tenía tanto futuro, era una promesa como cantante y como profesional universitaria, me faltó poner más empeño, llorar, beber y drogarme menos, quererme más... eso es lo que me sigue faltando, quererme más y tener menos miedo... tengo tanto miedo, por ahí dicen que “el miedo es el mayor obstáculo”, por eso me siento hundida en el fango... quisiera pedir ayuda pero sé que como dice la línea de una canción de un colega “nadie te enseña a ser fuerte”, eso me lo repito todos los días... espero que con el tiempo sirva de algo.

Lo real

Él es un niño enfermo igual que yo, medio loco, muy agresivo y evidentemente autodestructivo. Mantenernos vivos ha sido un reto casi conciente; desaparecernos, nos divaga entre lo reprimido.

Ahora ya no nos tenemos, tratamos de ignorar nuestras existencias y de seguir adelante el uno sin el otro. No sé cómo sea esto para él... no sé si me gustaría saberlo, tal vez sea preferible ignorarlo porque tal vez resultaría desagradable darme cuenta de que piensa poco en mí y de que cuando lo hace ya no me extraña.

Hoy aún siento que lo necesito, no sé si lo amo, no sé si lo amé, no sé si realmente algún día llegamos a amarnos o simplemente logramos odiarnos lo suficiente para mantenernos atados durante un tiempo tan intenso y tan profundo.

Lo extraño, pero divago entre el deseo de buscarlo y la duda de no encontrarlo... igual sé que no debemos estar juntos, siempre supe que esto iba a terminar muy mal... y lo peor es que aún no ha terminado del todo, temo mucho por lo que viene, no creo que sea muy agradable... estoy segura de que las cosas se van a poner más terribles de lo que puedo imaginar.

El verdadero odio

Y otro secreto... solo unas cuantas palabras...

Otra piedra en el camino, programada para destruir, hoy de nuevo solo me queda mi odio, mi profundo odio, un odio tan fortalecido que ya no puedo llorar, ni salir corriendo, ni romper los muros. Un odio que siento que me hace de piedra y silencio.

No hay indulgencias... muerte... siempre lo supe, pero me lo negaba aún con esperanza. Vivo mis segundos... solo eso, veo la sangre, mi sangre, otras sangres. Siento frío, el frío del infierno, “ojo por ojo, diente por diente”... MUERTE POR MUERTE.

El limbo

Hoy me siento en un limbo... Tengo un título universitario a escasos días. Pero ¿qué más tengo?... Un novio que amé con toda mi alma, con todo mi corazón, un hombre que quería conmigo el resto de mi vida, al final, un hombre que no sé si está. Sé que los dos cometimos errores de táctica y estrategia: los días que lo amaba, él no creía en mi amor, los días que me ama, ya no creo en su amor. Ahora me siento sola, me siento así porque siento que un día de tantos días me levantaré una vez más para escuchar que no me quiere ver, que no está seguro de si me ama, que es mejor que estemos separados.

No tengo nada en mi “familia”, nunca he tenido nada, nunca la he sentido como un punto de apoyo, ha sido una institución económica y ante todo represora. Salgo todas las mañanas del infiernito de mi hogar, buscando un pequeño cielo, siempre lo busqué a su lado... ¿Al lado de quién? Para él yo soy una persona sin argumentos, con un discurso que no “concatena” según sus propias palabras, una adolescente histriónica, un ser humano lleno de errores, con ideales sin fundamento, una idiota en resumen... Ah... También una puta.

Ahora me pregunto una y otra vez, mirando mi miserable vida, sin familia, sin amigos de verdad, y sin un amor que te ame por lo que eres, que te valore, que te haga sentir importante: ¿qué me queda? Me gustaría dormirme por siempre, o drogarme hasta morir, o simplemente morir, estoy al lado de alguien que te “ama” tal vez porque aún pretende que seas lo que no eres y lo que el quiere que seas.

Tengo que soportar amar de corazón para escuchar que esa persona no está segura, o que un día sí y al otro no.... Siento que no aguantaré mucho. Tengo ganas de morirme.

Esta mañana cuando otra vez reconfirmé que mi familia realmente no es lo que debería ser una familia, pensé en largarme y pensé en que debería ser con él, ¿pero él? Una veleta, ¿cómo estar seguro de una veleta? ¿Cómo entregarle la existencia completa a una maldita veleta?

Lloré, lloré mucho... Y hubiese podido llorar durante días... Semanas, lloré porque si me descargo sobre él, sé que será un piso de arenas movedizas. Tantas veces con sus palabras ha logrado desgarrarme el alma, dejarme en shock, sin pensamiento, en un letargo que duele, y que se siente como la verdadera muerte, un letargo que te quita el aire y te diluye como si fuera a exterminarte, un exterminio sin precedentes, como si la vida que tiene tu cuerpo se evaporara lentamente dejando un agujero en el pecho... Dolor... Soledad, miedo... Desconfianza.

Lo amo, pero no creo en un amor tan voluble.  Me asesino día a día... Con su ayuda.

Un fantasma... Un fantasma que me espanta por temporadas y luego desaparece... Lo amo tanto pero no soy una máquina, con el tiempo me ha ido destruyendo... De mí queda poco, un vacío... Un limbo... Incertidumbre, ganas de acabar con tanta porquería, ganas de disparar una maldita arma y morir entre las lágrimas y también entre sus brazos, los brazos de siempre... Los de nunca. Morir recordándolo en medio del dolor de la separación y morir abrazándolo como la despedida más que pedida, necesaria, la despedida suplicada.


Sin palabras

Hoy solo puedo decir que no tengo nada que decir... O tal vez tengo tanto que decir que prefiero no empezar a decir...

Llevo años en mi soledad concurrida, llena de gente que en realidad no es nadie, buscando donde no se me ha perdido, buscando amor... Mendigando amor.

Y encontré a Fernandito... Un niño desquiciado hasta el tuétano... Tan desquiciado como yo... Un maldito loco con un poco menos de ganas de morirse que yo.  Y en él entretengo lo que me queda de vida, lloro lo que me quedan de sueños y maldigo lo que me queda de tiempo.

Camino por un maldito camino de estiércol que aún no se a donde conduce... Mi vida pareciera demasiado concreta, pero en segundos pareciera desaparecer. No me he metido un tiro, pero cada día me mato lentamente con mi basura. No tengo asegurado nada, ni mi vidita de porquería, ni mi amor... Fernandito, tan loco como yo solo me deja más loca cada día, más confundida, no sé si es mejor derrocharme en él o abrirme para el desgraciado infierno de la soledad... Todo duele... Vivir duele, y aquí se quejan porque de pronto muere alguien, se olvidan de que eso de “descanso eterno“ es en serio, qué más quisiera alguien que descansar por siempre en paz.

Ya no tengo nada más que decir... Basura... Basura... Basura, que nada me importa, cada segundo es otro segundo, ¿y qué? Segundos... Segundos... Un segundo más... No me importa...

Vivir es una porquería, un millón de satisfacciones por un billón de dolores, no gracias, para el carajo se pueden ir llendo... Infelices! yo me las arreglo hasta que alguien me haga el favor, el favor de dejarme ir. Vida inmunda, vivir es un castigo… tal vez únicamente una circunstancia.

El reconocimiento

Todo se torna gris.. una vez más... y creo que pasará una vez más... una vez más...

Mientras siento las lágrimas rodar por mi rostro, revindico mi eterna agonía, y mi maldita y constante responsabilidad en mi dolor... en mis dolores.

Pienso mucho en mi pasado, lloro mucho mi presente y también mi pasado, mi futuro ni siquiera me pasa por la cabeza. Me siento traumatizada y definitivamente alienada al sufrimiento.

En las noches recuerdo imágenes, palabras, sensaciones... momentos, algunos tan hermosos... otros tan dolorosos, extraño los bonitos... maldigo los malditos.

Algún día creí ciegamente en la existencia de la felicidad como estado permanente... me ilusioné demasiado, eso me destruyó, eso me sigue destruyendo, yo me he estado destruyendo, yo me sigo destruyendo; lo reconozco y en este instante... no sé si me importa o… quizá me importa más de lo que debería... no se sufre frente a la indiferencia.

Un día encontré la felicidad, y como pasa con todo lo que toco, la volví nada, y de paso me volví nada a mí. Ahora la extraño, ya no la encuentro, tal vez tampoco la busco con mucho empeño, pero sea como sea, sigo llorando... y de verdad no quiero hacerlo más.