Él
es un niño enfermo igual que yo, medio loco, muy agresivo y evidentemente
autodestructivo. Mantenernos vivos ha sido un reto casi conciente;
desaparecernos, nos divaga entre lo reprimido.
Ahora
ya no nos tenemos, tratamos de ignorar nuestras existencias y de seguir
adelante el uno sin el otro. No sé cómo sea esto para él... no sé si me
gustaría saberlo, tal vez sea preferible ignorarlo porque tal vez resultaría
desagradable darme cuenta de que piensa poco en mí y de que cuando lo hace ya
no me extraña.
Hoy
aún siento que lo necesito, no sé si lo amo, no sé si lo amé, no sé si
realmente algún día llegamos a amarnos o simplemente logramos odiarnos lo
suficiente para mantenernos atados durante un tiempo tan intenso y tan
profundo.
Lo extraño, pero divago entre el deseo de buscarlo
y la duda de no encontrarlo... igual sé que no debemos estar juntos, siempre
supe que esto iba a terminar muy mal... y lo peor es que aún no ha terminado
del todo, temo mucho por lo que viene, no creo que sea muy agradable... estoy
segura de que las cosas se van a poner más terribles de lo que puedo imaginar.
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