Hoy
solo puedo decir que no tengo nada que decir... O tal vez tengo tanto que decir
que prefiero no empezar a decir...
Llevo
años en mi soledad concurrida, llena de gente que en realidad no es nadie,
buscando donde no se me ha perdido, buscando amor... Mendigando amor.
Y encontré a Fernandito...
Un niño desquiciado hasta el tuétano... Tan desquiciado como yo... Un maldito
loco con un poco menos de ganas de morirse que yo. Y en él entretengo lo que me queda de vida,
lloro lo que me quedan de sueños y maldigo lo que me queda de tiempo.
Camino por un
maldito camino de estiércol que aún no se a donde conduce... Mi vida pareciera
demasiado concreta, pero en segundos pareciera desaparecer. No me he metido un
tiro, pero cada día me mato lentamente con mi basura. No tengo asegurado nada,
ni mi vidita de porquería, ni mi amor... Fernandito, tan loco como yo solo me
deja más loca cada día, más confundida, no sé si es mejor derrocharme en él o
abrirme para el desgraciado infierno de la soledad... Todo duele... Vivir
duele, y aquí se quejan porque de pronto muere alguien, se olvidan de que eso
de “descanso eterno“ es en serio, qué más quisiera alguien que descansar por
siempre en paz.
Ya no tengo
nada más que decir... Basura... Basura... Basura, que nada me importa, cada
segundo es otro segundo, ¿y qué? Segundos... Segundos... Un segundo más... No
me importa...
Vivir es una porquería,
un millón de satisfacciones por un billón de dolores, no gracias, para el
carajo se pueden ir llendo... Infelices! yo me las arreglo hasta que alguien me
haga el favor, el favor de dejarme ir. Vida inmunda, vivir es un castigo… tal
vez únicamente una circunstancia.
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