Tengo un montón
de recuerdos en mi cabeza, paradójicamente casi todos son buenos aunque los
malos momentos fueron la mayoría. Me hace muy felíz recordar que alguna vez fui
muy felíz, muy muy felíz. Esas sonrisas tan sinceras y tan dulces que brotaban
de su rostro al mirarme… eso me hizo sentir demasiado querida, amada por esa
persona que yo también amaba. Pero ¿cuándo se acaba el amor? ¿Cuándo se acabó
eso tan maravilloso que tenía en mi cabeza y en mi corazón y que sentía en mi
piel y en mi estómago? Creo que eso nunca se acaba, se queda, solo que lo mudas
de lugar, lo pones sobre otro ser, un ser que ahora ves más frecuentemente y
que te hace sentir bien, pero el pasado siempre se queda contigo, siempre. A
veces pienso que cada vez que siento miedo por el pasado de mis seres queridos
lo único que realmente temo es seguir atada al mío propio. Nunca amé a alguien
como amé a Fernando, él fue todo para mí, toda la crueldad y todo la bondad del
universo, todo, no había nada en el mundo por fuera de él, por fuera del mundo
que creamos para los dos, él me dio todo y me lo quito todo, principalmente mi
cordura y la fe en el amor. Después de él no sé si existo o estoy en el
infierno, si sigo dormida o regresé a la realidad, lo que tengo ahora no estoy
segura si lo tengo o si ya lo perdí, debe ser porque siento que ya hace mucho
tiempo, en algún momento, me perdí, y ahora ni siquiera sé dónde estoy, ni para
dónde voy… “rata muerta”, como decíamos con Fer, jajaja. Definitivamente fui
muy muy muy felíz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario